La otra obra de la Madre Teresa: crear una orden religiosa global que opera mejor que muchas empresas

CIUDAD DEL VATICANO — Después de haber pasado la mitad de un siglo el cuidado de los “más pobres de los pobres” en la India, la Madre Teresa—canonizada este domingo como santa por el papa Francisco—, es conocida en todo el mundo como un ícono de la caridad.
Sin embargo, es menos conocida, como la astuta constructora de una orden religiosa de gran éxito cuya fuerte cultura corporativa fuerte es la envidia de muchas empresas globales.
La clara visión de la Madre Teresa, su carisma personal e inquebrantable fuerza de voluntad—todo ello inseparable de su profundo compromiso religioso—le permitió tener éxito donde muchas organizaciones benéficas, tanto religiosas como seculares, han fracasado.
Cuando fundó las Misioneras de la Caridad, con sólo 12 seguidoras en 1950, la diminuta monja supo construir una red global que hoy cuenta con más de 5.600 integrantes y administra hospicios, refugios para personas sin hogar, alberges para enfermos mentales y muchos otros servicios en 139 países, lo que la convierte en una de las mayores órdenes religiosas femeninas de la Iglesia Católica. Para la década de 1990, más de un millón de voluntarios habían colaborado con las Misioneras.
La Madre Teresa creó “esta orden misionera mundial de la nada”, dijo Jim Towey, ex director de la Oficina de Iniciativas Religiosas y Comunitarias de la Casa Blanca, que fue su abogado de los últimos 12 años de su vida. “Los gobiernos estatales y sin fines de lucro han tratado en vano hacer frente a estos problemas que la Madre fue capaz de afrontar con un presupuesto escueto”.
Una fuente importante del éxito de la Madre Teresa fue que la nueva orden perseguía objetivos espirituales y prácticos a la vez, dijo el reverendo Brian Kolodiejchuk, jefe de la pequeña rama de sacerdotes de las Misioneras y el proponente oficial para su canonización.
Por ejemplo, la austeridad de las miembros de la orden—todas sus posesiones debe caber en una pequeña caja y las visitas a familiares están limitadas a una cada 10 años—las protege del apego a los bienes terrenos y las relaciones, dijo. Pero también permite desplazar al personal más fácilmente cada vez que sea necesario.
Una religiosa de la orden debe estar siempre dispuesta a “recoger sus cosas, ponerlas en una caja y salir”, dijo Kolodiejchuk.
La estricta uniformidad de vida de las monjas, con horarios diarios prácticamente idénticos en todo el mundo y el uso del inglés como lengua común, ayuda a establecer una fuerte identidad común entre mujeres de muy diversos orígenes étnicos y sociales, dijo Towey, actual presidente de la Universidad Ave María en Florida.
Al mismo tiempo, la Madre Teresa alentó la flexibilidad reasignando periódicamente las monjas a diferentes camas y reorganizando las funciones de cada cuarto dentro de un convento. Esa adaptabilidad facilitó los cambios de actividad de las monjas, que podían pasar de trabajar con los niños, por ejemplo, a servir a hombres sin hogar, dijo el padre Kolodiejchuk.
También se le atribuye la organización altamente centralizada y las divisiones regionales que permitieron llevar a cabo una transición ordenada después de su muerte. Como en muchas órdenes religiosas, las sucesoras de la Madre Teresa—ha habido dos hasta ahora—fueron elegidas en una votación por las integrantes de la orden.
“Su organigrama era tan simple como su orden. Fue muy fácil para las hermanas comprender cuáles eran las líneas de autoridad”, dijo Towey.
A pesar de que tienen que pasar por un período de prueba de nueve años antes de convertirse en miembros permanentes del orden, las monjas rara vez reciben formación profesional especializada. En cambio aprenden lenguas locales y otras habilidades sobre la marcha.
“ Coca-Cola paga millones y millones de dólares para encontrar la manera de operar en todos los países del mundo, la Madre invirtió nada”, dijo Towey.
La Madre Teresa evitó las campañas de recaudación y los fondos fiduciarios, una práctica que sus sucesoras han mantenido. La orden ha funcionado mayormente gracias a donaciones individuales.
“Una de las razones por las que cree que la gente quiere dar [dinero] a las Misioneras de la Caridad es porque saben que realmente está siendo utilizado para el fin para el que ha sido dado, para los más pobres de los pobres, y que no se gasta en lujos para nosotros”, dijo el padre Kolodiejchuk.
Sin embargo, la Madre Teresa no tenía reparos en pedir, dijo el padre Kolodiejchuk.
En Calcuta, hizo conexiones con la comunidad local Marwari, comerciantes hindúes y prestamistas de dinero que constituyen una parte desproporcionada de las familias más ricas de la ciudad, dijo Sunita Kumar, portavoz de las Misioneras de la Caridad allí.
El padre Kolodiejchuk dijo que no sabía cuál es el presupuesto anual de la orden, y una hermana de las Misioneras de la Caridad basada en la Casa Madre de la orden en Calcuta dijo que no era política de la orden divulgar esa información.
John Klink, un ex directivo de Catholic Relief Services, la agencia de los obispos católicos de Estados Unidos dedicada a la ayuda en el extranjero, recordó que la Madre Teresa le pidió en una oportunidad organizar una recepción en su apartamento en Yemen para presionar a diplomáticos de EE.UU. a que enviaran leche en polvo a un hogar local de leprosos.
“La Madre era muy astuta políticamente”, dijo Towey. “Tenía una extraordinaria comprensión de cómo funcionaba el mundo. Ella no leía los periódicos pero entendía el poder”.
Cuando negoció con Fidel Castro el envío de sus monjas a Cuba, ella no se inmutó por la afirmación del líder comunista de que en su país no había pobres, recordó Towey recordó. La Madre Teresa simplemente cambió la dirección y dijo que entonces las monjas se ocuparían de las personas mayores.
La Madre Teresa también tenía una habilidad especial para la política interna de la Iglesia. Las relaciones entre las órdenes religiosas autónomas y la jerarquía católica son a menudo tensas, pero la Madre Teresa sabía llegar a los obispos de las sedes episcopales en donde funcionaba su orden, dijo el arzobispo William Lori de Baltimore.

Esta armonía rindió sus frutos. En una oportunidad, la Arquidiócesis de Washington desplazó la sede de Caridades Católicas para concederle a las Misioneras el uso de un edificio propiedad de la diócesis.
La Madre Teresa no era tímida para usar de su fama colosal a su favor. Llamaba directamente a los líderes mundiales como el presidente Ronald Reagan para pedirle lo que necesitaba. Towey dijo que Reagan había instruido a sus subordinados para que organizara una reunión con la Madre Teresa cada vez que ella lo solicitara.
“Ella sabía que era la Madre Teresa”, dijo el padre Kolodiejchuk. “Ella era simple e inocente de una manera pura, pero no era ingenua”.
-Daniel Stacey en Calcuta contribuyó a este artículo.

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