La sombra del voto británico aún lastra los mercados

Los mercados mundiales volvieron a derrumbarse el martes, tras los fuertes repuntes de la semana pasada, en tanto que los rendimientos de los bonos soberanos perforaron sus mínimos conforme los inversionistas siguen sopesando las consecuencias de la decisión del Reino Unido de abandonar la Unión Europea.



En momentos en que los inversionistas reducen el riesgo en sus portafolios y buscan señales de respaldo de los bancos centrales, las divisas y los bonos soberanos considerados de refugio continuaron su marcha ascendente. Los rendimientos de la deuda a 10 años de Estados Unidos, Alemania, Suiza, Francia, Dinamarca y Suecia cayeron a nuevos mínimos históricos (los rendimientos bajan cuando los precios suben). El oro, por su parte, alcanzó su cotización más alta desde marzo de 2014 y el contrato para entrega en julio cerró a US$1.356,40 la onza troy.

Los activos más riesgosos, como las acciones y los commodities, cayeron. El Promedio Industrial Dow Jones cerró con una baja de 0,61%, a 17.840,62 puntos, en tanto que el S&P 500 y el Índice Compuesto Nasdaq declinaron 0,68% y 0,82%, respectivamente. Los principales índices bursátiles de Europa tuvieron fuertes descensos. El IBEX 35 español, el DAX alemán, el CAC 40 francés, el FTSE MIB italiano colapsaron 2,28%, 1,82%, 1,69% y 1,45%, respectivamente. La libra esterlina cayó brevemente por debajo de US$1,30 por primera vez desde 1985.

Los precios del petróleo también se desplomaron, en parte debido a un ligero aumento en la actividad de perforación en EE.UU. El crudo de referencia estadounidense, el WTI, para entrega en agosto retrocedió 4,9%, a US$46,60 el barril en la Bolsa Mercantil de Nueva York, mientras que el Brent, el contrato de referencia global, registró un descenso de 4,3%, a US$47,96, en el ICE Futures Europe.
“Definitivamente se siente como que los mercados se despertaron en el lado equivocado de la cama esta mañana”, dice Jason Bloom, director de investigación y estrategia de commodities y alternativos de PowerShares. “El crudo tiende a ser el epicentro del ánimo de riesgo global”.


El cobre, un barómetro de la economía mundial, cerró con una caída de 1,5%, a US$2,1835 por libra, en la división Comex de la Bolsa Mercantil de Nueva York. El declive puso fin a una racha alcista de cinco días que había sido impulsada por esperanzas de que China anunciara nuevas medidas de estímulo, las cuales perdieron fuerza el martes.

Un factor que intensificó el nerviosismo en los mercados es la preocupación sobre la salud del sistema bancario de Italia. Las acciones de los bancos del país han sido duramente golpeadas últimamente debido a los temores de los inversionistas sobre sus carteras de préstamos tóxicos.

La fuerte demanda redujo el rendimiento del bono del Tesoro de EE.UU. a 10 años a 1,367%, por debajo del cierre mínimo previo de 1,404% registrado en julio de 2012. Por su parte, los rendimientos de la deuda comparable de Alemania y Suiza cayeron más profundo en territorio negativo y los de Dinamarca descendieron a cerca de cero.

Es un nuevo hito en los mercados de bonos gubernamentales del mundo desarrollado, cuyos rendimientos han estado en caída libre en 2016. El declive refleja la falta de confianza en la economía global, que registra un débil crecimiento debido a la floja demanda de bienes, el estancamiento de los salarios y el envejecimiento de la población.

En tanto, las políticas monetarias ultrarrelajadas de los principales bancos centrales han sido menos eficaces a la hora de impulsar el crecimiento o combatir la baja inflación. Los inversionistas, por su parte, temen que las tasas de interés negativas en Japón y Europa estén socavando los márgenes de ganancia de los bancos, distorsionando los signos del mercado y dejando a los tenedores de bonos expuestos a grandes, y crecientes, riesgos vinculados con las tasas de interés al acumular deuda soberana de largo plazo.

“La economía global es vulnerable a shocks”, afirma Jae Yoon, director de inversión de New York Life Investment Management, que tenía US$286.000 en activos bajo gestión a fin de mayo. “Hay mucha incertidumbre en torno al brexit”, dice.

Operadores indican que el rendimiento del bono del Tesoro de EE.UU. a 10 años tiene margen para descender aún más. Inversionistas y analistas dicen que los retornos se encuentran en territorio desconocido y que es difícil predecir cuán bajo podrían caer en este contexto.

Pocos en los mercados financieros habían previsto un período de tasas de interés negativas alrededor del mundo. El monto total de deuda soberana con tasas negativas se disparó de US$1,3 billones al final de mayo a US$11,7 billones al 27 de junio, según la calificadora de riesgo Fitch Ratings. La cifra probablemente aumente en los próximos meses por las continuas compras de bonos soberanos por el Banco Central Europeo y el Banco de Japón.

La deuda del Tesoro de EE.UU. ha sido un imán en los últimos dos años, conforme los inversionistas se vuelcan a ella en busca de mejores rendimientos que los que pueden conseguir en Japón y Europa.
La deuda estadounidense a 30 años, en particular, ha sido la niña bonita. El martes, su rendimiento cerró en un mínimo récord de 2,138%, batiendo la marca previa de 2,226% del viernes. Este bono, que suele ser comprado por fondos de pensiones y aseguradoras, ahora está siendo impulsado por una base más amplia de inversionistas debido al apetito global por ingresos. Analistas dicen que no les sorprendería ver que el rendimiento caiga por debajo de 2% en las próximas semanas.

Los menores rendimientos también reflejan las crecientes expectativas de que los grandes bancos centrales implementen nuevas medidas de estímulo. El brexit está oscureciendo las perspectivas de crecimiento mundial y dificultando los esfuerzos de EE.UU., Japón y Europa para elevar la inflación hasta sus metas.

El martes, el Banco de Inglaterra anunció que relajará las normas de financiación de los bancos británicos para permitirles que presten 150.000 millones de libras esterlinas (US$199.000 millones) adicionales a empresas y hogares. Se trata de uno de las primeras instancias en que un banco central de envergadura flexibiliza los requisitos de capital de la banca para combatir la desaceleración económica.
—Jason Douglas, Paul Hannon, Ed Ballard, Alex Bitter y Nicole Friedman contribuyeron a este artículo.

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