El desempleo y la falta de oportunidades obligaron a una generación entera de jóvenes italianos a buscar un futuro en el exterior: "Es la única solución", reconoce Antonio Davide Elia, quien reside desde hace cinco años en Londres.
Pese a la nostalgia que en ocasiones lo invade y al apretado sueldo de barman que gana para vivir en una ciudad tan cara, Elia no quiere regresar a su país. "Italia es la tierra donde nací, donde me gustaría formar una familia y envejecer, pero con dignidad. Me gustaría volver, pero sólo cuando 'mamá Italia' se haga cargo de sus hijos, que desafortunadamente decidió abandonar hace unas décadas", sostiene el joven de 26 años en una charla con la AFP.
Según datos de la Fundación Migrantes, unos 40 mil italianos de entre 18 a 34 años decidieron irse hacia el exterior solo en el año 2015 con la intención de probar una mejor suerte.
Esa cifra preocupa a muchos políticos y funcionarios gubernamentales que temen la "fuga de jóvenes" y sobre todo "de cerebros", ya que muchos de ellos han completado estudios y especializaciones en universidades de Italia.
"Es una forma de pensar muy común entre los jóvenes de todos los países", explicó la experta.
Entre 14% a 15% de los universitarios italianos deciden emigrar, una tasa muy similar a la de otros países europeos.
"El problema es que no regresan", reconoce Cagliano.
"No regresan porque no encuentran trabajo y si lo consiguen los salarios son bajos", recalca la docente.
Después de dos años de recesión, la península itálica registra un crecimiento anémico desde 2014, con una expansión del Producto Interno Bruto (PIB) del 1,3% previsto para este año (ver apunte).
La tasa de desempleo se ubica en este momento en 11%, muy por encima del promedio en la zona del euro (9,3%), y los más afectados son los jóvenes de entre 15 a 24 años, donde alcanza ya el 37%, mientras que en el resto de Europa es del 18,7%.
Además de la falta de empleos, muchos jóvenes se quejan de la falta de un sistema basado en el mérito para encontrar trabajo, lo que termina por desalentarlos, sostiene Cagliano.
"En Francia tuve oportunidades que jamás hubiera podido obtener en Italia, donde te exigen títulos aunque tengas la experiencia, por lo que te descartan", asegura Valentina Bressan, de 42 años, quien trabaja con el mundo de la ópera (escenografía, vestuario).
"En Italia uno siente que si no forma parte de una familia, si no tienes las relaciones adecuadas, no podrás encontrar trabajo. Es algo injusto", comentó Bressan que en el 2010 logró la dirección técnica de un célebre festival lírico francés.
La experiencia acumulada le ha permitido trabajar desde entonces en importantes teatros de Burdeos, Lyon, Tours, entre otros. Ese mismo sentimiento es el que Antonio Elia tiene en la capital británica. "Aunque seas un don nadie, un desconocido, puedes convertirte en alguien. Eso es algo imposible en Italia. Aquí puedes hacer carrera rápidamente y es algo posible", cuenta el joven.
Por su parte, Sergio Mello, quien creó una empresa en Hong Kong antes de instalarse en San Francisco, Estados Unidos, cree que "Italia no ofrece un ambiente fértil para el desarrollo de un negocio competitivo", afirma.
"La burocracia te hace perder mucho tiempo, te enloquece, favorece a los ladrones y penaliza a los que pagan impuestos", resume el empresario.
Para muchos, la decepción es enorme y hacer las valijas aparece como la única alternativa.
Muchos italianos, como hicieron millones a inicios del siglo XX, se fueron hacia Estados Unidos, Argentina y Brasil, aunque el destino preferido suelen ser otros países de Europa. Ante la nueva oleada migratoria, el gobierno italiano intenta animar a los universitarios a regresar y ofrece descuentos fiscales de hasta 50% para no perder ese capital humano calificado.
FUENTE
Pese a la nostalgia que en ocasiones lo invade y al apretado sueldo de barman que gana para vivir en una ciudad tan cara, Elia no quiere regresar a su país. "Italia es la tierra donde nací, donde me gustaría formar una familia y envejecer, pero con dignidad. Me gustaría volver, pero sólo cuando 'mamá Italia' se haga cargo de sus hijos, que desafortunadamente decidió abandonar hace unas décadas", sostiene el joven de 26 años en una charla con la AFP.
Según datos de la Fundación Migrantes, unos 40 mil italianos de entre 18 a 34 años decidieron irse hacia el exterior solo en el año 2015 con la intención de probar una mejor suerte.
Esa cifra preocupa a muchos políticos y funcionarios gubernamentales que temen la "fuga de jóvenes" y sobre todo "de cerebros", ya que muchos de ellos han completado estudios y especializaciones en universidades de Italia.
Una experiencia
Para algunos de ellos, la principal razón para decidir dar un paso tan complejo es el deseo de "vivir una experiencia en el extranjero que repercuta positivamente en la carrera", sostiene Raffaella Cagliano, profesora de la Escuela de Negocios del Politécnico de Milán."Es una forma de pensar muy común entre los jóvenes de todos los países", explicó la experta.
Entre 14% a 15% de los universitarios italianos deciden emigrar, una tasa muy similar a la de otros países europeos.
"El problema es que no regresan", reconoce Cagliano.
"No regresan porque no encuentran trabajo y si lo consiguen los salarios son bajos", recalca la docente.
Después de dos años de recesión, la península itálica registra un crecimiento anémico desde 2014, con una expansión del Producto Interno Bruto (PIB) del 1,3% previsto para este año (ver apunte).
La tasa de desempleo se ubica en este momento en 11%, muy por encima del promedio en la zona del euro (9,3%), y los más afectados son los jóvenes de entre 15 a 24 años, donde alcanza ya el 37%, mientras que en el resto de Europa es del 18,7%.
Méritos y carrera
Además de la falta de empleos, muchos jóvenes se quejan de la falta de un sistema basado en el mérito para encontrar trabajo, lo que termina por desalentarlos, sostiene Cagliano.
"En Francia tuve oportunidades que jamás hubiera podido obtener en Italia, donde te exigen títulos aunque tengas la experiencia, por lo que te descartan", asegura Valentina Bressan, de 42 años, quien trabaja con el mundo de la ópera (escenografía, vestuario).
"En Italia uno siente que si no forma parte de una familia, si no tienes las relaciones adecuadas, no podrás encontrar trabajo. Es algo injusto", comentó Bressan que en el 2010 logró la dirección técnica de un célebre festival lírico francés.
La experiencia acumulada le ha permitido trabajar desde entonces en importantes teatros de Burdeos, Lyon, Tours, entre otros. Ese mismo sentimiento es el que Antonio Elia tiene en la capital británica. "Aunque seas un don nadie, un desconocido, puedes convertirte en alguien. Eso es algo imposible en Italia. Aquí puedes hacer carrera rápidamente y es algo posible", cuenta el joven.
Por su parte, Sergio Mello, quien creó una empresa en Hong Kong antes de instalarse en San Francisco, Estados Unidos, cree que "Italia no ofrece un ambiente fértil para el desarrollo de un negocio competitivo", afirma.
"La burocracia te hace perder mucho tiempo, te enloquece, favorece a los ladrones y penaliza a los que pagan impuestos", resume el empresario.
Para muchos, la decepción es enorme y hacer las valijas aparece como la única alternativa.
Muchos italianos, como hicieron millones a inicios del siglo XX, se fueron hacia Estados Unidos, Argentina y Brasil, aunque el destino preferido suelen ser otros países de Europa. Ante la nueva oleada migratoria, el gobierno italiano intenta animar a los universitarios a regresar y ofrece descuentos fiscales de hasta 50% para no perder ese capital humano calificado.
FUENTE
Comentarios
Publicar un comentario