Rutger Bregman: "La renta básica es posible"


Tiene 28 años y en su obra habla del «poder del contexto». Quizás el de su generación -la de los jóvenes, ya no tan jóvenes, que viven en la Europa de la austeridad, la crisis de los refugiados y el ascenso de Le Pen o Wilders- es lo que le ha llevado a desarrollar una teoría en defensa de la renta básica universal, la jornada laboral de 15 horas semanales y la supresión de las fronteras. Rutger Bregman (Holanda, 1988) ha presentado en España estos días su libro Utopía para realistas (Ed. Salamandra), una suerte de manifiesto para la economía del siglo XXI.

En contra de lo que pudiera pensarse al leer el enunciado de sus propuestas, las ideas de Bregman parten de un elogio del capitalismo como un sistema que nos ha permitido generar más riqueza que nunca al tiempo que ha permitido mejorar las condiciones de vida de la mayor parte de la humanidad. «Durante mucho tiempo, la tierra de la abundancia estaba reservada a una reducida élite del Occidente próspero. Eso ya es historia. Desde que China se ha abierto al capitalismo, 700 millones de chinos han salido de la pobreza extrema», sentencia en su ensayo, antes de recordar que la esperanza de vida es hoy mayor que nunca.
Es precisamente gracias a la abundancia de la sociedad capitalista que, según Bregman, ha llegado el momento de acabar con la pobreza y trabajar menos horas en tareas remuneradas para que el ser humano pueda centrarse en generar riqueza real. En resumen, «dinero gratis para todo el mundo». Una idea simple, atractiva y utópica. ¿Es su obra populista? «Los movimientos populistas sólo saben de lo que están en contra, no de lo que están a favor. Yo soy posibilista. Creo que es posible ponerlo en práctica y trato de expandir mis ideas. Siempre he querido hacer las cosas lo más simple posible. El problema es que muchos políticos de hoy quieren hacer las cosas demasiado simples y otros políticos e intelectuales las intentan hacer demasiado complicadas», afirma en una entrevista con MERCADOS.
Este historiador defiende que «la pobreza es sólo cuestión de dinero, de falta de liquidez» y es posible erradicarla. «La renta básica universal es la utopía más realizable de las que contiene el libro. Podría implantarse mañana. Hay estudios, medios, evidencia empírica, experimentos... Podemos pagarlo, es una inversión. El principal obstáculo no es tecnológico, es ideológico», afirma.
En su obra, Bregman desgrana los experimentos de implantación de una renta básica que se han puesto en marcha a lo largo de todo el planeta para concluir que no sólo es posible, sino que es rentable para el Estado en términos económicos.
El caso de los sin techo de la City de Londres que recibieron 3.000 libras para gastos sin condiciones, el famoso caso Mincome de Canadá o la labor de la ONG GiveDirectly en África. En estos ejemplos, se produce un doble efecto. De un lado, hay un ahorro en costes burocráticos (servicios sociales, tramitaciones de ayudas, etc.), de Sanidad (erradicación de enfermedades) y de seguridad (reducir la pobreza reduce la delincuencia y el trabajo de la Justicia). Y de otro, hay una generación de riqueza que proviene del reciclaje de estas personas que quieren empezar a trabajar y de la Educación de sus hijos para que se incorporen al mercado laboral en el futuro. La combinación de todos estos factores hace que estos experimentos acaben siendo rentables para las arcas públicas. No en vano, el expresidente Richard Nixon estuvo a punto de implantar la renta básica universal en EEUU en los años 70 antes de tener que dimitir.

Trabajar 15 horas

¿Cómo se puede financiar la renta básica universal si baja la producción porque la jornada laboral se reduce a 15 horas? «En realidad, creo que la producción aumentaría. Primero, hay evidencias de que los países en los que se trabaja menos son más productivos. Y segundo, tenemos muchos trabajos que no sirven para nada». Aporta un dato: «el 37% de los trabajadores británicos cree que su trabajo es inútil. Hay un tercio de la jornada laboral que se puede recortar». La clave, para Bregman, es «redefinir lo que es trabajo y productividad».
«Hay muchos trabajos que no están pagados y son útiles y hay otros muy bien remunerados y son inútiles». Varios ejemplos: «el cuidado de hijos, la asistencia a personas mayores, el voluntariado...». Y en el lado opuesto: «un trader, que mueve millones de acciones en un segundo, no crea ningún valor social y gana mucho dinero». «Eso no es productivo. Por eso, es necesario redefinir también el concepto de productividad. Holanda no es una economía productiva. Tenemos un sector financiero enorme y un paraíso fiscal. Todos los dictadores del mundo tienem una cuenta bancaria en Holanda trabajando para ellos. Eso no es productivo. No es economía real», zanja.
Entonces, ¿sería posible vivir sin bancos? «Necesitamos al sector financiero. El dinero es un gran invento. Lo que no necesitamos es toda esa especulación que hay alrededor. No puede ser que el sector financiero crezca y crezca sin aportar ningún valor a la sociedad», apostilla.
Dentro de esa redefinición de conceptos, la propuesta de esta utopía realista es replantear la visión de los estamentos sociales. «Ahora hay ricos que pagan muchos impuestos, profesionales (como profesores o personal sanitario) que pagan menos impuestos, y beneficiarios de ayudas que dependen del resto. Propongo dar la vuelta a esto porque si los profesionales van a la huelga, sería un desastre. Ellos representan la economía real. Y el estatus de quienes ganan tanto dinero depende de los que generan riqueza real».

La utopía de imponer una renta básica universal ha sido rechazada en países como Suecia, que dijo 'no' en un referéndum el pasado año. Pero, para Bregman ésto es una señal más de que es posible. «Los suizos también votaron que no al sufragio universal femenino en los años 50 y 20 años más tarde tuvieron que otra que sí. Mi objetivo es abrir la mente de la gente con ideas que hoy parecen imposibles pero que podrían ser posibles en el futuro», concluye.

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