El estigma del cáncer acecha a las bebidas alcohólicas

En una conferencia de cerveceros realizada esta año, un grupo de lobby de la industria de bebidas alcohólicas hizo un disparo de advertencia en lo que se ha convertido en una multimillonaria batalla global. Los funcionarios de salud pública “quieren venir a decirle a la gente que el alcohol causa cáncer”, dijo al auditorio Sarah Longwell, directora general del Instituto de Bebidas de Estados Unidos. La industria, agregó, estaba en riesgo de perder su “halo de salud”.
Durante décadas, los productores de vino, cerveza y licor han sido ayudados por la noción —consagrada por una serie de recomendaciones de las autoridades sanitarias— de que un poco de alcohol puede aportar ciertos beneficios para el corazón y otros aspectos de la salud humana. Este consenso está cambiando rápidamente. A la luz de investigaciones recientes que destacan posibles riesgos de cáncer, funcionarios de salud pública en todo el mundo están reexaminando sus recomendaciones.
El cambio presiona a la industria de licores en algunos de sus principales mercados, como EE.UU., Reino Unido y Rusia. La respuesta del sector es tan amplia y tan costosa como la amenaza que percibe, e incluye el ataque a los promotores de políticas contra el alcohol, la colaboración con los gobiernos para elaborar nuevas medidas de salud y la financiación de sus propias investigaciones.
Refiriéndose a los críticos de las bebidas alcohólicas en una conferencia de ejecutivos de la industria realizada en abril, Jim McGreevy, presidente del mencionado Instituto, dijo: “No podemos permitir que ellos ganen terreno”.

Las autoridades del Reino Unido atenuaron en enero la recomendación (vigente desde hace 20 años) de que el consumo moderado de alcohol podría ayudar al corazón, diciendo que esos beneficios son menores de lo que se había pensado. El gobierno emitió nuevas directrices diciendo que la ingesta de alcohol aumenta el riesgo de ciertos tipos de cáncer. “No hay un nivel seguro de consumo de alcohol”, indicó en una entrevista televisiva Sally Davies,Directora General de Salud del Reino Unido.
También en enero, el Departamento de Salud y Servicios Humanos de EE.UU. (HHS, por su sigla en inglés) eliminó de sus recomendaciones la parte que indicaba que beber moderadamente podría disminuir el riesgo de enfermedades del corazón en algunas personas. Cuando se le preguntó la razón, la portavoz del HHS dijo que hacían falta más revisiones “para comprender mejor los resultados de salud que pueden o no estar asociados con el consumo moderado de alcohol”.
Mientras tanto, Corea del Sur, citando posibles riesgos de cáncer, siguió este año a Australia en restringir el máximo consumo de alcohol recomendado. Hace unos años, después de un estudio de la Organización Mundial de la Salud (OMS) describiera diversos peligros que, en su opinión, beber representa para la salud, como conducir a un mayor número de accidentes e infecciones, Rusia limitó la venta de alcohol y fijó impuestos a la cerveza y el vodka (los países difieren en lo que consideran consumo moderado).
La amenaza para el sector no es tan aguda como la sufrida por la industria tabacalera, que se contrajo debido a la rápida evolución de las actitudes del público y a las políticas de los gobiernos después de que se determinó que fumar causa cáncer de pulmón, enfermedades cardíacas y otras dolencias.

No obstante, los consejos de los gobiernos tienen su influencia, aunque quienes acuden a menudo a los bares no las tengan en cuenta. Las recomendaciones influyen en los gobiernos a la hora de establecer impuestos a las bebidas alcohólicas, horarios de venta al por menor y restricciones a la publicidad. De manera más sutil, pueden influir en la actitud del público hacia el alcohol. El gigante cervecero Anheuser-Busch InBev NV incluye en su estado de riesgo corporativo que la OMS trata de reducir lo que llama el uso nocivo del alcohol en 10%.
En Australia, el consumo de alcohol se redujo después de que el gobierno aconsejó en 2009 beber menos. La ingesta cayó de 10,6 litros anuales por persona a 9,7 litros. En Maryland, EE.UU., las ventas de licores, vinos y cervezas cayeron después de que el gobierno aumentó los impuestos al alcohol en 2011. Las ventas de alcohol en Rusia han descendido más de 20% a lo largo de varios años, luego de que el gobierno tomara medidas contra la venta de bebidas alcohólicas en reacción al informe de la OMS.
La idea de que el consumo moderado de alcohol podría ser bueno para la salud en algunos aspectos se remonta a cuatro décadas de investigación. Arthur Klatsky, un cardiólogo de California, estaba tratando de determinar los factores del estilo de vida que pueden afectar la salud cardiovascular cuando sorpresivamente descubrió que los bebedores moderados tenían menos ataques al corazón y un riesgo estadístico menor de morir por una enfermedad coronaria que los abstemios.
Este hallazgo “cambió el paradigma para el estudio de los efectos del alcohol”, según la Fundación de Investigación Médica de Bebidas Alcohólicas. La organización precursora de esta entidad financió en ocasiones el trabajo de Klatsky.
En 1995, el Departamento de Salud y Servicios Humanos de EE.UU. revisó sus recomendaciones sobre el alcohol, eliminando las que decían que el alcohol no producía “ningún beneficio neto para la salud” y que beber “no es recomendable”. En su lugar, el HHS dijo que el consumo moderado de alcohol estaba asociado con un menor riesgo de enfermedad coronaria en algunas personas.
“La ciencia está de nuestro lado”, proclamó al año siguiente una ejecutiva cervecera en una conferencia del sector. Patti McKeithan, de Miller, recomendó a sus colegas iniciar cada reunión con legisladores diciendo que “el alcohol puede ser parte de una dieta saludable”, según documentos de los archivos de litigios del tabaco (en ese momento, Miller era propiedad de la tabacalera Philip Morris).

Ahora, la investigación está volviendo a cambiar el consenso.
Uno de los primeros síntomas se produjo casi una década atrás, cuando los funcionarios de la OMS se propusieron desarrollar una nueva política sobre el alcohol, focalizándose en la “carga global de la enfermedad”, una evaluación de una amplia gama de posibles efectos sobre la salud, incluidos los indirectos, como las tasas de accidentes y ciertas infecciones.
“Fue el tipo de material que sale de la OMS lo que nos hizo temer por nuestras vidas”, dijoMitch Ramsay, ejecutivo de SABMiller PLC.
Ramsay trataba con algunos gobiernos de África, una región en que la industria de la cerveza cifraba sus expectativas de crecimiento. Un informe negativo de la OMS podía incitar a los gobiernos de la región a imponer nuevas restricciones.
SABMiller ofreció a varios gobiernos africanos “un taller sobre el alcohol […, sus] políticas y cómo deben ser gestionadas”, dijo Ramsay, que hizo hincapié en que frenar las ventas de cerveza podría afectar a la economía local y que los cerveceros tienen derecho a vender alcohol en esos países.
Ramsay dijo haber “interceptado” una política en Malawi que habría aumentado los impuestos al alcohol. Botswana adoptó originalmente una propuesta redactada por Ramsay, pero luego dio marcha atrás y estableció un estricto impuesto sobre el alcohol. Botswana dejó de ser la fuente de ingresos que había sido hasta entonces para SABMiller.
El Ministerio de Salud de Botswana confirmó el relato de Ramsay. El de Malawi no respondió a las preguntas.
En un informe de 2010, la OMS catalogó como nocivo el consumo de alcohol “incluso cuando se tienen en cuenta los modestos efectos beneficiosos, especialmente respecto de la cardiopatía coronaria, del consumo moderado de alcohol en algunas personas de 40 años o más”.
El reporte agregó que “el uso nocivo del alcohol es un contribuyente significativo” de algunas enfermedades, como la diabetes, y sugirió a los gobiernos crear impuestos para reducir el consumo.
Más recientemente, los funcionarios de salud pública se han centrado en investigar la relación entre el consumo moderado de alcohol con el mayor riesgo de ciertos tipos de cáncer.
Mark Bellis, un funcionario de salud pública de Gales, dijo que la recién descubierta capacidad de aislar los efectos de alcohol de otros factores como la dieta y el ejercicio ha puesto de manifiesto “pruebas abrumadoras” de la relación entre el cáncer y el alcohol.
Al revisar sus directrices a principios de este año, el Reino Unido llegó a la conclusión de que “el riesgo de desarrollar una serie de enfermedades (incluyendo, por ejemplo, el cáncer de boca, garganta y seno) aumenta “con cualquier cantidad bebida regularmente”.
“Enlazar [estas enfermedades] con el alcohol cambia las reglas del juego”, señaló Linda Bauld, profesora de salud pública de la Universidad de Stirling, en Escocia, que ayudó a los funcionarios de salud del Reino Unido a elaborar las nuevas recomendaciones.
Estas no niegan que beber alcohol tenga efectos beneficiosos para el corazón, pero estos “son menos y se aplican a un grupo más pequeño de la población de lo que previamente se pensaba”, reduciendo potencialmente el riesgo de muerte sólo a las mujeres mayores de 55 años.
En Irlanda, ante un proyecto de ley que prohibe la publicidad del alcohol, fija precios mínimos y obliga a poner etiquetas de advertencia en los envases, el conglomerado de licores Diageo PLC financió a un grupo local que promueve la moderación al beber. Este grupo se convirtió en objeto de controversia cuando se supo que Diageo lo financiaba. El proyecto de ley sigue en estudio.
En Escocia, Diageo apoya una batalla legal dirigida por la Asociación del Whisky Escocés y los productores de vino europeos contra una ley que fija precios mínimos al alcohol. La entrada en vigencia de la ley depende de un fallo judicial.
En EE.UU., Guy Smith, un ex ejecutivo de la industria del tabaco que ahora trabaja para Diageo, llamó recientemente “ciencia basura” a un estudio de la publicidad de bebidas alcohólicas, y dijo que empañaba la reputación de los científicos que lo elaboraron. “Devolvemos el golpe cuando hay estudios tontos”, aseveró.
La cervecera AB InBev lanzó el año pasado un programa llamado Objetivos Inteligentes de Beber, que pretende abordar los temas planteados por la OMS mediante una reducción del 10% del consumo de alcohol en seis ciudades en un plazo de 10 años. AB InBev ha introducido recientemente una Budweiser sin alcohol en Canadá y apunta a que el 20% de sus ventas de cerveza sea sin o con bajo contenido de alcohol.
AB InBev y Diageo y sus rivales Heineken NV y Pernod Ricard SA comparten parte de los costos del primer ensayo aleatorio que evalúa los efectos de salud del alcohol. El estudio cuesta US$55,4 millones y será supervisado por el Instituto Nacional de Abuso de Alcohol y Alcoholismo de EE.UU.
Los investigadores planean inscribir a 8.000 sujetos mayores de 50 años con riesgo de enfermedad cardíaca. Algunos serán asignados al azar a abstenerse del alcohol y los demás tendrán una bebida al día. El estudio comparará la incidencia de infarto de miocardio, accidente cerebrovascular y diabetes tipo 2 en ambos grupos después de seis años (no está diseñado para evaluar el riesgo de cáncer).
Aunque saben que los “hallazgos [del estudio] pueden ir en cualquier dirección”, las empresas creen que dicho estudio “es importante para obtener una respuesta concluyente y definitiva para cuestiones de salud pública para los consumidores y nuestro negocio”, dijo Jack Shea, un portavoz de Pernod Ricard.
Dos médicos de la Escuela de Medicina de la Universidad de Boston han debatido estos asuntos durante años. Uno de ellos, Tim Naimi, es parte de un grupo de investigadores subvencionado por el gobierno. El otro, Curtis Ellison, solía recibir mucha financiación de grupos de la industria del alcohol, pero dejó de recibir esos fondos en 2013 a pedido del nuevo decano de la escuela de medicina.
En un análisis publicado en marzo, Naimi y sus coautores describen lo que denominan un error en algunos estudios que encontraron más enfermedades del corazón en los no bebedores que en los bebedores moderados. Algunos de los no bebedores dejaron el acohol luego de sufrir una enfermedad, dijo el análisis. Después de corregir esta y otras cuestiones, los investigadores concluyeron que el consumo moderado de alcohol no tuvo beneficios netos sobre la salud.
El análisis fue criticado por Ellison, que ganó fama hace más de dos décadas por una investigación que atribuyó al vino el crédito por la “paradoja francesa” de bajas tasas de mortalidad por enfermedades del corazón a pesar de dietas altas en grasas saturadas.
Según Ellison y sus colegas de investigación, el análisis de Naimi no tuvo en cuenta estudios que habían encontrado efectos beneficiosos de la ingesta de alcohol y que además descalifica estudios en animales que han demostrado que el alcohol aumentaba la protección del colesterol. Esta omisión es “inconcebible”, dijo el grupo de Ellison, denominado Foro Científico Internacional para la Investigación del Alcohol.
—Saabira Chaudhuri contribuyó a este artículo.
Fuente: WSJ español




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