“Los mercados de citas son un buen ejemplo de mercados de emparejamiento”, dice Alvin Roth, que ganó el Premio Nobel de Economía en 2012 por el estudio de este tipo de mercados. “Para que funcionen bien [las citas en línea] tienen que superar todos los problemas que los mercados deben superar”.
Roth ha diseñado mercados para emparejar a donantes de órganos con pacientes que los necesitan, médicos con hospitales y estudiantes con escuelas. Y aunque aún no haya diseñado un sitio de citas en línea, le sobran las opiniones sobre la manera de hacerlos más eficaces.
La primera cosa que un sitio de citas en línea tiene que hacer es crear un mercado que sea “abundante”, dice Roth. En la jerga de los economistas, ese adjetivo se refiere a un mercado en el que hay un gran número de personas buscando conectarse. Conseguir un montón de gente que se inscriba en un sitio de citas es la parte fácil. En línea al menos, “siempre hay un mercado abundante para las personas que están en busca de alguien más”, dice Paul Oyer, un colega de Roth en la Universidad de Stanford y autor de Everything I Ever Needed to Know about Economics I Learned from Online Dating (algo así como Todo lo que necesitaba saber sobre economía lo aprendí de sitios de citas en línea).
La popularidad de las aplicaciones de citas, dice Roth, conduce a lo que los economistas llaman “congestión”, el término con que describen los cuellos de botella en un sistema de intercambio. Para dar sólo un ejemplo, la congestión es lo que sucede cuando los hombres saturan de mensajes a cada mujer con la que coinciden en Tinder, algo sobre lo cual las mujeres que usan la aplicación se quejan a menudo. Este comportamiento es perfectamente racional, dice Roth, dada la estructura de Tinder, que le permite a un usuario coincidir sin límite. Las soluciones a este tipo de congestión de mensajes es el concepto de la “señalización”, que es el estudio de las formas en la que los actores en cualquier mercado pueden ser obligados a enviar mensajes caros y por lo tanto honestos sobre ellos mismos o sus intenciones.
Un experimento reciente llevado a cabo por los economistas Soohyung Lee y Muriel Niederle para mejorar los sitios de citas en línea a través de mecanismos de señalización dio a los miembros de un sitio de Corea del Sur un número limitado de rosas virtuales, con las cuales una persona podía expresar su interés especial en otra. Estas rosas virtuales podían incluirse con los mensajes a posibles parejas. El resultado fue que hubo más probabilidades de que la gente respondiera a quienes enviaron una rosa, porque sabían que su interés era sincero o que al menos iba más allá del impulso de una fracción de segundo para ver si respondían.
Muchos servicios de citas en línea han implementado algo similar. Tinder ofrece a cada usuario un “súper like” por día, para que el usuario indique que está especialmente interesado en alguien. Hinge, una aplicación de citas que conecta a las personas con dos o tres grados de separación de un amigo común en Facebook, sólo permite 10 conexiones por día.
Otro problema con las citas en línea es lo que Oyer llama “discriminación estadística”, en otras palabras, los estereotipos. Al leer los perfiles en línea, todos inferimos cosas sobre alguien que podrían o no ser ciertas. Y a veces es el propio medio por el cual nos comunicamos el que puede transmitir esa información implícita.
Whitney Wolfe, presidenta ejecutiva y fundadora de la aplicación de citas Bumble y cofundadora de Tinder, ha hecho un esfuerzo por solucionar este problema. Bumble permite a las mujeres iniciar el contacto con los hombres, pero no a la inversa. “En una gran cantidad de aplicaciones de citas, si es la mujer la que da el primer paso, la percepción no es correcta”, dice Wolfe. Bumble, argumenta, permite a sus usuarias evitar este estereotipo haciendo que este comportamiento sea la única opción.
Una cosa que las citas en línea no pueden resolver, dice Roth, es el proceso de averiguar si a uno le gusta o no la persona con la que se ha puesto en contacto. Este proceso lleva mucho tiempo. Señalar que a uno le gusta alguien puede llevar un segundo, pero salir a cenar con alguien implica una suerte de congestión del mercado que es simplemente inevitable. Una solución podría ser buenos algoritmos. Si Netflix puede descifrar qué película le gustaría ver a continuación, ¿por qué no podrían las aplicaciones volverse mejores para averiguar a quién le gustaría conocer?
Sea cual sea el sitio de citas en línea que una persona esté utilizando, Oyer sugiere que la clave para evitar el “desempleo romántica” es el “análisis de costo-beneficio”, lo que es una forma delicada de hacer hincapié en que, a veces, la clave para encontrar pareja es un poco de resignación. De hecho, un estudio reciente de 1.000 parejas que se conocieron en Hinge luego de dos meses de haberse afiliado al sitio encontró que las mujeres en estas parejas fueron 20% menos exigentes que el promedio. (Los hombres en estas parejas fueron en promedio 12% más exigente en promedio).
En última instancia, explica Jon Birger, autor de Date-onomics: How Dating Became a Lopsided Numbers Game (algo así como La economía de las citas: cómo las citas se convirtieron en un juego numérico sesgado), lo mejor que uno puede hacer para mejorar la experiencia de citas en línea es cambiar el mercado subyacente. Al igual que la Fed o la SEC, podemos manipular los mercados todo lo que queramos, pero con el tiempo, la economía “real” de parejas potenciales define nuestro comportamiento. Dada la relación desfavorable entre mujeres y hombres con educación universitaria en casi todas las ciudades, su consejo es “la geografía importa”. Y por ese lado, la cultura de la tecnología es excepcional de esta manera: Silicon Valley es uno de los pocos lugares en EE.UU. en donde la población de personas solteras con educación superior es en su mayoría femenina.
Fuente: http://lat.wsj.com/articles/SB11228089577867744334404581549240432925476?tesla=y
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