José Carlos Díez
7 ENE 2016 - 10:53 CET
Desde que en el verano de 2013 la Reserva Federal de EE UU
anunció el fin de sus compras de deuda la volatilidad en los mercados
financieros aumentó, especialmente en países emergentes. Esto unido al
frenazo en seco del comercio mundial y la burbuja que se formó en la
Bolsa china en 2015 explican las tensiones actuales. La caída de los
indicadores adelantados de PMI de EE UU y China esta semana no permiten
ver la luz al final del túnel del comercio mundial. Menor crecimiento
implica menores beneficios empresariales y, por lo tanto, un precio de
las acciones más bajos.
En China el consumo crece un 10%. El problema es que sus empresas sobreinvirtieron y ahora muchas de esas fábricas no tienen demanda y rentabilidad suficiente para devolver los créditos. Y lo mismo en países productores de materias primas. La milenaria historia de las crisis de deuda agravada por unos mercados financieros que han crecido en exceso y sin control con gran capacidad de generar inestabilidad, tanto cuando llegan los flujos y crean burbujas como cuando se van y provocan crisis. El G20 se comprometió tras la quiebra de Lehman a mejorar la gobernanza global de los mercados, pero aún está todo por hacer.
La eurozona está en estancamiento secular con una tasa de inversión cinco puntos de PIB inferior a la de 2007 y continuó disminuyendo en 2015. La acción decidida desde 2012 del BCE permitió depreciar el euro y Europa salió de su segunda recesión exportando, principalmente a emergentes. Pero las exportaciones europeas se frenaron en seco el pasado verano, las españolas con peor comportamiento que Alemania, Francia e Italia, y seremos el área más perjudicada por la crisis global. Europa necesita un plan de estímulo fiscal, con inversión pública financiado con eurobonos.
De momento tenemos un estímulo antiterrorista en Francia de dos décimas de PIB y el estímulo alemán por los refugiados que llega tarde y seguramente será insuficiente.
En España las exportaciones caen y el crecimiento se mantiene por el consumo interno y el turismo. Los españoles hemos decidido no decidir en las últimas elecciones y las probabilidades de formar un gobierno estable para la legislatura se aproximan a cero. Se habla de emular a Alemania en la Gran Coalición. Si fuéramos alemanes, Rajoy habría dimitido en 2012, cuando los papeles de Bárcenas le involucraban personalmente en el cobro de sobresueldos cuando era ministro, lo cual incumpliría la ley de incompatibilidad. Y Podemos no existiría. Una gran coalición en España acabaría como en Grecia.
El peor escenario sería un gobierno liderado por Podemos con auditorias de deuda ilegítima como están haciendo en Madrid, Barcelona y Cádiz que acabaría en corralito y nuevo rescate como en Grecia. Hoy España emite bonos a 2 años al 0% y la probabilidad esperada de ese escenario se aproxima al 0%. Pero la Bolsa está en caída libre, próxima a 2011 cuando Rajoy llegó a la Moncloa. Y los bancos lideran las caídas. Por lo tanto, se intensificará la restricción de crédito, habrá menos inversión y menos creación de empleo en 2016, en el mejor de los escenarios.
En China el consumo crece un 10%. El problema es que sus empresas sobreinvirtieron y ahora muchas de esas fábricas no tienen demanda y rentabilidad suficiente para devolver los créditos. Y lo mismo en países productores de materias primas. La milenaria historia de las crisis de deuda agravada por unos mercados financieros que han crecido en exceso y sin control con gran capacidad de generar inestabilidad, tanto cuando llegan los flujos y crean burbujas como cuando se van y provocan crisis. El G20 se comprometió tras la quiebra de Lehman a mejorar la gobernanza global de los mercados, pero aún está todo por hacer.
La eurozona está en estancamiento secular con una tasa de inversión cinco puntos de PIB inferior a la de 2007 y continuó disminuyendo en 2015. La acción decidida desde 2012 del BCE permitió depreciar el euro y Europa salió de su segunda recesión exportando, principalmente a emergentes. Pero las exportaciones europeas se frenaron en seco el pasado verano, las españolas con peor comportamiento que Alemania, Francia e Italia, y seremos el área más perjudicada por la crisis global. Europa necesita un plan de estímulo fiscal, con inversión pública financiado con eurobonos.
De momento tenemos un estímulo antiterrorista en Francia de dos décimas de PIB y el estímulo alemán por los refugiados que llega tarde y seguramente será insuficiente.
En España las exportaciones caen y el crecimiento se mantiene por el consumo interno y el turismo. Los españoles hemos decidido no decidir en las últimas elecciones y las probabilidades de formar un gobierno estable para la legislatura se aproximan a cero. Se habla de emular a Alemania en la Gran Coalición. Si fuéramos alemanes, Rajoy habría dimitido en 2012, cuando los papeles de Bárcenas le involucraban personalmente en el cobro de sobresueldos cuando era ministro, lo cual incumpliría la ley de incompatibilidad. Y Podemos no existiría. Una gran coalición en España acabaría como en Grecia.
El peor escenario sería un gobierno liderado por Podemos con auditorias de deuda ilegítima como están haciendo en Madrid, Barcelona y Cádiz que acabaría en corralito y nuevo rescate como en Grecia. Hoy España emite bonos a 2 años al 0% y la probabilidad esperada de ese escenario se aproxima al 0%. Pero la Bolsa está en caída libre, próxima a 2011 cuando Rajoy llegó a la Moncloa. Y los bancos lideran las caídas. Por lo tanto, se intensificará la restricción de crédito, habrá menos inversión y menos creación de empleo en 2016, en el mejor de los escenarios.
José Carlos Díez @josecdiez
Fuente: elpais.com
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