La Reserva Federal estadounidense ha decidido no modificar los tipos de
interés. La decisión es acertada, puesto que se adaptan a la realidad de
los EE. UU. y la mayoría de estados emergentes, dice Andreas Rostek.
Cogió mucha carrerilla, saltó y aterrizó en el lugar correcto. En alemán, eso se llama tener miedo del propio coraje (Angst vor der eigenen Courage). En inglés, tener los pies fríos (get cold feet). Aunque es una expresión que en español no tiene sentido, describe ese sentimiento imposible de explicar. Significa no lanzarse, tener miedo o ser demasiado tímido para hacer algo.
Pues eso es lo que ha pasado en Washington, en la Reserva Federal de EE. UU.
La presidenta de la Reserva Federal, Janet Yellen, dijo que durante la preparación de la decisión no se dejó ningún aspecto sin revisar. Quizá revisó, incluso, los precios al consumidor el pasado miércoles. De ahí la tendencia a la baja. Las esperanzas de que repunte la inflación tienen, seguro, otro aspecto. Teniendo en cuenta que lo opuesto a la inflación es la deflación, parece que las autoridades monetarias son como el diablo al agua bendita.
Incluso el pleno empleo tan pregonado en los Estados Unidos –con una tasa actual de desempleo que no supera el 5 por ciento- tiene más de espectáculo que de otra cosa: Muchos de los nuevos –y viejos- puestos de trabajo no son más que a tiempo parcial, y mal pagados.
La propia presidenta de la Fed (como se conoce comúnmente a la Reserva Federal) parece haber demostrado que, en su propio país, los principales objetivos del Banco Central no son los que parecen: no en términos de estabilidad, tampoco en lo que se refiere al empleo.
Elegir entre la peste o el cólera
A lo que hay que añadir el objetivo de mantener la estabilidad de los mercados. Aquí, sin embargo, el coraje puede más que el miedo. Históricamente, los tipos de interés en EE. UU. siempre han estado bajos, lo que muchas veces ha contribuido a generar cierto exceso de capital. Esto aumenta el deseo de invertir miles de millones en negocios arriesgados, algo que puede poner en peligro a toda la economía. En este caso, lo apropiado habría sido poner fin a este período de bajas tasas de interés.
Al parecer, Yellen y sus gobernadores del Fed habrían hecho caso a las advertencias de los economistas del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional.
Según éstos, los que pagan los platos rotos son, sobre todo, las economías emergentes. Son ellas las que sufren directamente las consecuencias de la política de tasas de interés de EE. UU. Sus economías y, sobre todo, muchos ciudadanos de Brasil, India o Turquía. Si suben los tipos de interés en EE. UU., los inversores ven bien premiar nuevamente a los bancos, el capital de las economías emergentes se retira y los inversores, las empresas y sus empleados se quedan en tierra. Eso fue lo que pasó cuando sólo se habló de modificar las tasas. Y es que un cambio de tendencia podría provocar rechazo incluso en EE. UU.
El próximo problema, ¿China?
Y falta hablar de lo que ocurre en China. Es muy probable que la debacle bursátil china sea la antesala de un problema de deuda enorme. La deuda china se ha prácticamente cuadruplicado desde 2007, y ya supera los 28 mil millones de dólares. El Estado, las provincias, las empresas y los hogares terminaron el 2014 con una deuda equivalente al 280 por ciento del PIB. Y eso fue antes del crack. ¿qué habría ocurrido si la subida de los tipos de interés hubiese aumentado la demanda de capital en Estados Unidos, y al mismo tiempo China necesitara más capital para hacer frente a su montaña de deudas?
La crisis china podría ser mucho más grave de lo que parecía hasta ahora. Los efectos de una crisis china provocarían un nuevo retroceso en la economía estadounidense. Y no es un buen momento para perder las riendas de tu propia economía.
El cuidado es la madre de todas las porcelanas, y eso es algo que saben los economistas en las cocinas de todo el mundo. Tal vez lo saben, incluso, los banqueros de la Fed en Washington. El problema es que esta decisión provoca un problema de credibilidad. El pasado mes de julio, Janet Yellen anunció que pronto llegaría el momento de normalizar los tipos de interés y que, por lo tanto, este año subirían. Desde entonces, todo el mundo ha estado esperando y seguirá esperando. El anuncio aún no ha tenido consecuencias. La próxima oportunidad llegará en diciembre.
Fuente
Cogió mucha carrerilla, saltó y aterrizó en el lugar correcto. En alemán, eso se llama tener miedo del propio coraje (Angst vor der eigenen Courage). En inglés, tener los pies fríos (get cold feet). Aunque es una expresión que en español no tiene sentido, describe ese sentimiento imposible de explicar. Significa no lanzarse, tener miedo o ser demasiado tímido para hacer algo.
Pues eso es lo que ha pasado en Washington, en la Reserva Federal de EE. UU.
La presidenta de la Reserva Federal, Janet Yellen, dijo que durante la preparación de la decisión no se dejó ningún aspecto sin revisar. Quizá revisó, incluso, los precios al consumidor el pasado miércoles. De ahí la tendencia a la baja. Las esperanzas de que repunte la inflación tienen, seguro, otro aspecto. Teniendo en cuenta que lo opuesto a la inflación es la deflación, parece que las autoridades monetarias son como el diablo al agua bendita.
Incluso el pleno empleo tan pregonado en los Estados Unidos –con una tasa actual de desempleo que no supera el 5 por ciento- tiene más de espectáculo que de otra cosa: Muchos de los nuevos –y viejos- puestos de trabajo no son más que a tiempo parcial, y mal pagados.
La propia presidenta de la Fed (como se conoce comúnmente a la Reserva Federal) parece haber demostrado que, en su propio país, los principales objetivos del Banco Central no son los que parecen: no en términos de estabilidad, tampoco en lo que se refiere al empleo.
Elegir entre la peste o el cólera
A lo que hay que añadir el objetivo de mantener la estabilidad de los mercados. Aquí, sin embargo, el coraje puede más que el miedo. Históricamente, los tipos de interés en EE. UU. siempre han estado bajos, lo que muchas veces ha contribuido a generar cierto exceso de capital. Esto aumenta el deseo de invertir miles de millones en negocios arriesgados, algo que puede poner en peligro a toda la economía. En este caso, lo apropiado habría sido poner fin a este período de bajas tasas de interés.
Al parecer, Yellen y sus gobernadores del Fed habrían hecho caso a las advertencias de los economistas del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional.
Según éstos, los que pagan los platos rotos son, sobre todo, las economías emergentes. Son ellas las que sufren directamente las consecuencias de la política de tasas de interés de EE. UU. Sus economías y, sobre todo, muchos ciudadanos de Brasil, India o Turquía. Si suben los tipos de interés en EE. UU., los inversores ven bien premiar nuevamente a los bancos, el capital de las economías emergentes se retira y los inversores, las empresas y sus empleados se quedan en tierra. Eso fue lo que pasó cuando sólo se habló de modificar las tasas. Y es que un cambio de tendencia podría provocar rechazo incluso en EE. UU.
El próximo problema, ¿China?
Y falta hablar de lo que ocurre en China. Es muy probable que la debacle bursátil china sea la antesala de un problema de deuda enorme. La deuda china se ha prácticamente cuadruplicado desde 2007, y ya supera los 28 mil millones de dólares. El Estado, las provincias, las empresas y los hogares terminaron el 2014 con una deuda equivalente al 280 por ciento del PIB. Y eso fue antes del crack. ¿qué habría ocurrido si la subida de los tipos de interés hubiese aumentado la demanda de capital en Estados Unidos, y al mismo tiempo China necesitara más capital para hacer frente a su montaña de deudas?
La crisis china podría ser mucho más grave de lo que parecía hasta ahora. Los efectos de una crisis china provocarían un nuevo retroceso en la economía estadounidense. Y no es un buen momento para perder las riendas de tu propia economía.
El cuidado es la madre de todas las porcelanas, y eso es algo que saben los economistas en las cocinas de todo el mundo. Tal vez lo saben, incluso, los banqueros de la Fed en Washington. El problema es que esta decisión provoca un problema de credibilidad. El pasado mes de julio, Janet Yellen anunció que pronto llegaría el momento de normalizar los tipos de interés y que, por lo tanto, este año subirían. Desde entonces, todo el mundo ha estado esperando y seguirá esperando. El anuncio aún no ha tenido consecuencias. La próxima oportunidad llegará en diciembre.
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