andro Pozzi
Nueva York
25 SEP 2015 - 14:58 CEST
El rendimiento de la economía de Estados Unidos en el segundo
trimestre fue ligeramente mejor al anticipado hace un mes, al crecer a
una tasa anualizada del 3,9%, dos décimas más de los previsto. Es un
sólido de repunte desde el anémico 0,6% del arranque de 2015. El
indicador, en cualquier caso, es antiguo y no va a afectar a la
estrategia monetaria de la Reserva Federal.
El objetivo del banco central estadounidense es empezar a subir tipos de interés antes de que acabe el año, en la próxima reunión de octubre o ya en diciembre. Así lo indicó este jueves su presidenta Janet Yellen, al citar en un discurso que la mayoría de los miembros del comité son favorables a que se inicie el proceso de normalización de la política monetaria. Los tipos están al 0% desde hace siete años.
La fortaleza del dólar, que volvió a apreciarse tras publicarse el dato, la caída del precio del petróleo y la debilidad de China hacen de lastre a la economía, aunque dan un impulso por el lado del consumo privado, que creció un 3,6% en el trimestre. Pero en una coyuntura que sigue siendo incierta, las familias prefieren destinar esos ahorros a reducir deuda o concentrarse en compras grandes.
Uno de los factores que explica esta nueva revisión al alza de la tasa de crecimiento es que la inversión empresarial progresó mucho mejor de lo esperado, con un crecimiento del 6,2% frente al 3,1% estimado. El sector de la construcción subió un 9,3%. La inflación vinculada al consumo personal avanza a un ritmo anual del 2,2%.
El objetivo del banco central estadounidense es empezar a subir tipos de interés antes de que acabe el año, en la próxima reunión de octubre o ya en diciembre. Así lo indicó este jueves su presidenta Janet Yellen, al citar en un discurso que la mayoría de los miembros del comité son favorables a que se inicie el proceso de normalización de la política monetaria. Los tipos están al 0% desde hace siete años.
La fortaleza del dólar, que volvió a apreciarse tras publicarse el dato, la caída del precio del petróleo y la debilidad de China hacen de lastre a la economía, aunque dan un impulso por el lado del consumo privado, que creció un 3,6% en el trimestre. Pero en una coyuntura que sigue siendo incierta, las familias prefieren destinar esos ahorros a reducir deuda o concentrarse en compras grandes.
Uno de los factores que explica esta nueva revisión al alza de la tasa de crecimiento es que la inversión empresarial progresó mucho mejor de lo esperado, con un crecimiento del 6,2% frente al 3,1% estimado. El sector de la construcción subió un 9,3%. La inflación vinculada al consumo personal avanza a un ritmo anual del 2,2%.
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