China intervino para moderar la caída del yuan el jueves por tercer día consecutivo, tras intentar apuntalarlo brevemente el día anterior, lo que deja de manifiesto la falta de experiencia del gobierno a la hora de manejar las expectativas del mercado.
El Banco Popular de China parecía haber orquestado una maniobra en la que todos salían ganando cuando anunció el martes que dejaría que el mercado tuviera un papel más importante en la determinación del valor de la divisa, un nuevo paso hacia la liberalización de los mercados financieros que, al mismo tiempo, ayudaba a su maltrecho sector exportador. El banco central, sin embargo, debe ahora gestionar las expectativas del mercado.
En una inusual reunión con periodistas realizada el jueves en Beijing, funcionarios del organismo enfatizaron que el mercado tendrá un rol más preponderante en la determinación del tipo de cambio, pero también dejaron en claro que la entidad puede recurrir a sus amplias reservas en moneda extranjera para mantener las fluctuaciones bajo control. El banco central calificó la volatilidad del yuan como un “fenómeno normal” y prometió mantener la estabilidad de la tasa de cambio.
De todos modos, una depreciación controlada del yuan puede ser un objetivo esquivo.
“Habrá un período de volatilidad durante los próximos meses antes de que (el yuan) encuentre su nivel de equilibrio”, señala Alexandra Edstein, gestora sénior de portafolio del fondo de divisas asiático de The Camdridge Strategy.
Si el Banco Popular de China deja la cotización del yuan en manos del mercado, corre el riesgo de que se produzca una fuga de capitales. Por otra parte, un descenso demasiado pronunciado de la moneda desataría acusaciones de que el país inició una guerra de divisas y las empresas chinas, que están altamente endeudadas, tendrían más dificultades para pagar sus obligaciones en dólares.
Las compañías estatales chinas acumulan una deuda de US$1,6 billones, según algunos cálculos, 80% de la cual es de corto plazo. La deuda de las empresas del país en dólares, incluyendo bonos y créditos, llega a US$367.700 millones, según la proveedora de datos Dealogic. Las emisiones de deuda en dólares se quintuplicaron entre 2010 y 2014, a US$135.000 millones.
Si bien la deuda externa de las empresas es una fracción de su deuda interna de US$18 billones, la caída de 3% del yuan desde la devaluación del martes ha aumentado la cuenta que tienen que pagar las compañías endeudadas en dólares en US$11.000 millones en apenas tres días. El consuelo es que se trata sólo de una pérdida contable que no afectará el flujo de caja de las empresas hasta que la deuda venza y tengan que pagar el capital, algo que en la mayoría de los casos no ocurrirá hasta dentro de dos años.
Las divisas de los países emergentes asiáticos que tienen fuertes lazos comerciales con China han caído bruscamente tras la devaluación del yuan, lo que quiere decir que los inversionistas opinan que el debilitamiento de la moneda china es un nuevo factor que contribuirá al deterioro de sus economías.
Las divisas de Corea del Sur y Malasia han perdido más de 2% en las últimas dos jornadas, para situarse entre las principales damnificadas de la depreciación del yuan. Vietnam y Taiwán también han debilitado sus monedas.
Las exportaciones de estos países a China superan el 10% de su Producto Interno Bruto, lo que los vuelve dependientes del gigante asiático. Aunque las divisas de otras economías con estrechos vínculos comerciales con China también han caído en los últimos días, como el real y el rand sudafricano, algunas de las más afectadas han estado en Asia.
“Ahora, ha aumentado el temor de que se produzcan guerras de divisas y de las consecuencias potencialmente negativas de la disminución de las exportaciones”, dice Matt Lloyd, estratega jefe de inversión de Advisors Asset Management, en Colorado.
Las exportaciones asiáticas registraron tasas de crecimiento de dos dígitos durante años, pero ahora se expanden a duras penas. Las importaciones chinas ya se habían debilitado debido al enfriamiento de la economía.
La devaluación del yuan complica las perspectivas de las economías emergentes que ya deben combatir un escenario caracterizado por el derrumbe de los precios de las materias primas, la desaceleración de China, la falta de dinamismo de la economía mundial y las previsiones de un aumento de las tasas de interés de corto plazo este año en Estados Unidos.
“Todos los mercados emergentes son más dependientes de la economía china que hace 20 años”, afirma Jean-Charles Sambor, director para la región Asia-Pacífico del Instituto Internacional de Finanzas.
—Fiona Law y Chao Deng contribuyeron a este artículo.
Fuente: The Wall Street Journal
Comentarios
Publicar un comentario