Martes, 28 de Julio de 2015 0:03 EDT
BRASÍLIA—El banco central de Brasil casi
seguro subirá su tasa de interés Selic esta semana, por decimosexta vez
consecutiva en poco más de dos años, con el objetivo de combatir el alza
de la inflación.
El problema es que los
precios no están cooperando. La tasa de inflación anual de Brasil llegó
hace poco a 9,25%, más del doble de la meta oficial de 4,5% y
sustancialmente más alta que el 6,5% de abril de 2013, cuando el banco
empezó a elevar las tasas.
El doble
efecto de las altas tasas de interés y un alza de la inflación está
agobiando a la mayor economía de América Latina, que este año registra
una contracción.
El equipo económico de
la presidenta Dilma Rousseff y el banco central brasileño
responsabilizan a una serie de factores, incluida una prolongada sequía
que ha encarecido los alimentos y el alza de las facturas de los
servicios públicos, que el gobierno ha relajado después de años de
fuerte control.
La debilidad del real
tampoco ha ayudado. La semana pasada, el gobierno anunció que no podrá
ahorrar tanto como había prometido este año, lo que envió a la moneda
brasileña a su nivel más bajo en 12 años respecto del dólar.
También
existe un vacío de credibilidad. Muchos precios están subiendo ahora
porque los brasileños así lo prevén. La tasa de inflación lleva años
excediendo la meta oficial, lo que lleva a los trabajadores a exigir
aumentos y a los comerciantes a subir los precios en un círculo vicioso
que alimenta una mayor inflación.
Pese a
los recientes comentarios de la autoridad monetaria de que hará lo que
sea necesario para alcanzar la meta para diciembre de 2016, le está
costando convencer a la gente de que puede cumplir su cometido.
La
encuesta semanal más reciente del banco central entre 100 economistas
indicó una expectativa de inflación mediana de 5,4% para fin de 2016.
Esto se da pese a que la tasa de interés Selic se encuentra en 13,75%,
una de las más altas del mundo.
“El banco tiene un historial lamentable en
el cumplimiento de la meta”, dice el economista
Alexandre Schwartsman,
un ex director del BC. “Si fuera un banco central creíble, la
gente ya estaría pronosticando (una inflación de) 4,5% para diciembre de
2016”.
Un vocero del banco central dijo
que la entidad no comenta sobre análisis externos. Funcionarios de la
entidad han expresado confianza en que alcanzarán la meta el próximo
año, en parte debido al deterioro de la economía.
El
aumento del desempleo y el lento crecimiento debilitarán la inflación
en 2016, lo que allanará el camino para un renovado período de expansión
más sostenido, dijo en un discurso el 1 de julio el presidente del
banco central,
Alexandre Tombini.
El funcionario agregó que el proceso requerirá “determinación y perseverancia de todos”.
El actual dolor de cabeza del banco central es, en gran parte, la resaca de la fiesta de crédito barato de hace unos años.
En
2012, mantuvo los costos de endeudamiento en mínimos históricos pese a
que los precios al consumidor subían. Ese año, la tasa Selic cayó a
7,25%. Los detractores dicen que el banco central jugó con fuego en un
país con una reciente historia de hiperinflación. Sin embargo, la
entidad reafirmó su política de flexibilización monetaria, argumentando
que la desaceleración económica global debilitaría los precios y que se
necesitarían tasas bajas para garantizar el continuo crecimiento de
Brasil.
Los políticos, incluida
Rousseff, celebraron las bajas tasas, que permitieron a los consumidores
obtener préstamos más baratos para comprar casas, autos y
electrodomésticos. Sin embargo, el festejo dio la impresión de que el
banco intentaba complacer a la presidenta mientras descuidaba el control
de la inflación.
El precio ha sido una
penosa racha de aumentos de la tasa Selic, que muchos analistas prevén
llegará a al menos 14% el miércoles. Y esa tasa básica no es nada
comparada con lo que los brasileños pagan en realidad. La tasa anual
promedio de un crédito no subsidiado era de 42,5% en mayo, frente a
36,6% un año antes, según el banco central. La tasa promedio de un
préstamo personal para auto se ubicaba en 21,5% ese mes, comparada con
19,1% un año antes.
El encarecimiento y
la menor facilidad para obtener créditos han profundizado una recesión
que según algunos economistas podría resultar en una contracción de 2,5%
del Producto Interno Bruto este año.
“Las
altas, y crecientes, tasas de interés están (reduciendo) tanto el
consumo como la inversión en momentos en que la economía es está
enfriando”, afirma
Flávio Castelo Branco,
economista jefe de la Confederación Nacional de Industria, una
central empresarial.
Los esfuerzos del
banco central para combatir la inflación también se han visto afectados
por la incapacidad del gobierno de equilibrar sus cuentas y reducir su
enorme deuda pública.
En los últimos
años, Brasília ha usado dinero de los contribuyentes para mantener la
economía en marcha. La deuda aumentó de 55,9% del PIB cuando Rousseff
asumió la presidencia en 2011 a 62,5% en mayo.
La preciada calificación de grado de inversión de Brasil está ahora en peligro.
Los
bonos brasileños “ya están comportándose como bonos chatarra”, señala
Schwartsman. Los seguros contra la cesación de pagos (CDS, por sus
siglas en inglés) de Brasil se transan a precios mucho más altos que,
por ejemplo, los de México.
La
transición a unas tasas de interés a la baja no será fácil. “Aún están
reconstruyendo la confianza y todavía no están ahí”, dice
Roberto Padovani,
economista jefe de Votorantim Corretora, de São Paulo.
Fuente: The Wall Street Journal
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