lunes, 27 de abril de 2015 14:11 EDT
Cuando a comienzos de este mes China
presentó la tabulación de su crecimiento del primer trimestre del año,
el número final 7% —el peor porcentaje en seis años— alimentó los
temores de una profundización de la desaceleración económica.
También renovó las dudas sobre la confiabilidad de las estadísticas chinas.
“Crecimiento probablemente
exagerado”, dijo un informe de Citibank, concluyendo que el crecimiento
trimestral real podría estar por debajo de 6% interanual, dependiendo de
los factores ponderados. Otras firmas de investigación dan números
mucho más bajos: Capital Economics, 4,9%; The Conference Board China
Center, 4%, y Lombard Street Research, 3,8%.
Durante
años, el esfuerzo para discernir la verdadera tasa de crecimiento de
China ha mantenido a muchos economistas clavados a sus calculadoras, y
por buenas razones.
Una trabajadora de la fábrica del grupo textil Tanglong en la provincia de Hebei, China.
Zhu Xudong/Xinhua/Zuma Press
En primer lugar, son mediciones
sospechosamente estables y no revelan ninguna de las sacudidas
observadas en EE.UU. u otras economías. La metodología a menudo parece
incoherente o contradictoria. Además, nadie sabe cómo hace China para
calcular la inflación cuando tabula su producto interno bruto.
En
segundo lugar, las cifras del PIB chino parecen estar en conflicto con
otros datos considerados más difíciles de manipular. Los economistas
señalan, por ejemplo, la discrepancia entre el crecimiento del PIB y la
producción industrial —a menudo vista como una indicación del
crecimiento—, que aumentó 5,6% interanual en marzo, su nivel más bajo
desde finales de 2008.
Además, las
mediciones recientes arrojan valores débiles para el consumo de
electricidad, inversión, ganancias industriales, producción
manufacturera e inversión de bienes raíces, entre otros índices.
Esta
disección de las cifras oficiales del crecimiento chino recibió el
respaldo indirecto del ministro Li Keqiang. En 2007, como jefe del
Partido Comunista de la provincia nororiental de Liaoning, Li criticó
las cifras oficiales del PIB como “hechas por el hombre y por lo tanto
poco fiables”, según un memo del embajador de Estados Unidos en ese
momento, que luego fue difundido por WikiLeaks.
De
acuerdo con el memo —que ha inspirado distintas versiones de
instituciones financieras— el ministro dijo que la producción eléctrica,
el transporte de carga ferroviarios y los préstamos bancarios le
parecían datos más confiables.
China no
es el único país emergente con estadísticas cuestionables. Pero Beijing
ha estado bajo un escrutinio particular debido al tamaño y la
importancia de su economía, y el hambre del resto del mundo por un
crecimiento real.
También hay sospechas
de que, a diferencia de los problemas de recolección de datos comunes en
la India y otros países en desarrollo, las deficiencias de las
estadísticas chinas supondrían una deliberada manipulación.
La
mayoría de los economistas dicen que la Oficina Nacional de
Estadísticas de China se ha vuelto más profesional en los últimos años,
teniendo en cuenta su escaso peso burocrático y sus limitaciones de
presupuesto.
A medida que la economía
china se aleja de su foco tradicional en la industria pesada, la Oficina
de Estadísticas ha tenido dificultades para reflejar correctamente la
contribución de los servicios y el consumo al crecimiento por sobre la
producción, dicen algunos economistas. También ha tratado de depender
menos de datos proporcionados por funcionarios locales que tienen un
interés por inflar las cifras del crecimiento para asegurarse un
ascenso.
“La exageración local no es un
problema tan grande como lo supo ser, aunque supongo que no está
erradicada”, dijo Nicholas Lardy, investigador principal del Peterson
Institute for International Economics.
La
Oficina de Estadísticas tampoco facilita las cosas. No explica su
metodología ni los supuestos de la inflación, y muchos de sus cálculos
son difíciles de reproducir, según economistas.
Tanto
dicha repartición como la Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma —la
principal agencia de planificación económica de China— se negaron a
responder preguntas.
“Nadie sabe” cómo
obtiene la agencia las cifras del PIB, dijo Carsten Holz, profesor de
economía de la Universidad de Ciencia y Tecnología de Hong Kong y autor
de un trabajo sobre la calidad de las estadísticas del PIB chino. Holz
habla de una “atroz falta de transparencia”.
Las
sospechas se centran en dos puntos principales: qué tan deliberada es
la manipulación, y si los líderes chinos tiene un segundo juego de
libros que les permita saber lo que está pasando “realmente”.
China
tiene un incentivo en ambos sentidos. Debido a que es un régimen de
partido único, el crecimiento económico tiene una relevancia enorme como
medio de prevenir la inestabilidad social y garantizar la continuidad
del partido en el poder. Al mismo tiempo, el gobierno necesita tener
información precisa para planificar y canalizar subsidios a los grupos
que podrían alimentar la disidencia.
No
hay evidencia de que el Partido Comunista tenga un conjunto separado de
libros, dijo Harry X. Wu, profesor de la Universidad Hitotsubashi de
Japón y asesor especial del Conference Board.
La
pregunta sobre la manipulación es más difícil de evaluar, dicen los
economistas. En un estudio de 2013 que comparó las cifras del PIB chino
con una serie de datos internos y de otros países, el Banco de la
Reserva Federal de San Francisco llegó a la conclusión de que el
crecimiento real se correspondía en líneas generales con las cifras
oficiales.
En última instancia, dijo
Holz, la agencia de estadísticas de China está en manos de cuadros del
partido, que no tendrían problema en retocar las cifras de crecimiento
para llegar al políticamente deseable 7%.
“Yo no tomaría muy en serio la cifra de 7%”, dijo Holz.
Otros creen que el número está mucho más lejos.
“Me
dan risa las estimaciones oficiales de crecimiento del 7% del PIB en el
primer trimestre. Creo que eso es completamente equivocado”, dijo Wu.
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