La moneda de dólar no convence en EE.UU., pero sí en América Latina

martes, 28 de abril de 2015 16:22 EDT
Bolsas que contienen cada una 2.000 monedas, son almacenadas en una sucursal del la Fed de Richmond en Baltimore. Melissa Golden for The Wall Street Journal
 
Durante una época, Estados Unidos pudo haber ahorrado miles de millones de dólares si hubiese reemplazado los billetes de un dólar con una moneda de larga duración. Pero para que la versión en metal del dólar tenga éxito, el billete necesita ser eliminado por completo.

Esto no ha sucedido. En lugar de ello, el Congreso estadounidense optó por mantener ambas versiones en circulación y el público, que tenía la opción de elegir entre un billete liviano y una moneda pesada, rechazó el cambio.

Ahora, la vida útil del dinero de papel ha aumentado, la mayor parte de los posibles ahorros se esfumó y la Reserva Federal, que en algún momento respaldó el cambio, ahora se opone.

El banco central posee US$1.360 millones en sus bóvedas y no sabe qué hacer con tantos dólares de metal.
Las monedas indeseadas son colocadas en bolsas y apiladas en torres de 75 centímetros que se guardan dentro de tarimas de unos 100 centímetros de alto por 61 centímetros de ancho. Las monedas son posteriormente distribuidas entre las 28 oficinas de los bancos de la Reserva Federal en EE.UU.
El año pasado, la Fed puso en circulación unas 240 millones de monedas, alrededor de la mitad de las que sacó en 2010. Cerca de 12%, o 29 millones, fueron a parar a América Latina. El Salvador y Ecuador, que utilizan el dólar como moneda oficial, prefieren las monedas porque duran mucho más que los billetes bajo las condiciones de calor y humedad en esos países.

EE.UU., sin embargo, es un caso anómalo entre las economías desarrolladas. Canadá, Australia, Japón y los principales países europeos desecharon hace mucho tiempo el equivalente a los billetes de dólar. En lugar de ello, en los bolsillos y bolsos de los canadienses y australianos suenan monedas de uno y dos dólares. El Banco Central Europeo acuña monedas de uno y dos euros y los británicos usan monedas de una y dos libras esterlinas. En cada caso, el billete de menor denominación supera el valor de la moneda de mayor denominación. Tampoco se cruzan los valores de las monedas y los billetes.

EE.UU. siguió otro camino.
La moneda en la que aparece Susan B. Anthony, promotora del voto femenino, fue emitida para circulación general en 1979, dejó de circular en 1981 y fue vuelta a acuñar en 1999. La moneda dorada en la que aparece Sacagawea, una líder indígena estadounidense de comienzos del siglo XVIII, se acuñó entre 2000 y 2008, aunque en números mucho más modestos después de dos años. La serie del dólar presidencial de EE.UU. debutó en 2007. 

Cinco años después de haber lanzado la serie presidencial, las bóvedas de la Fed estaban repletas de monedas de un dólar. Muy pocos estadounidenses estaban dispuestos a utilizarlas, por lo que la Fed pensó que tendría que construir bóvedas adicionales para guardar las monedas. El volumen comenzó a bajar después de 2011, cuando se dejó de acuñar, excepto las de colección, que el banco central vende por un precio más alto. 

Otros países se convencieron hace 30 años de que era mejor dejar de lado los billetes pequeños y empezar a usar monedas puesto que el cambio les permitía ahorrar dinero. Alrededor de 1990, la Contraloría General de EE.UU. (GAO, por sus siglas en inglés) y la Reserva Federal reportó que el gobierno también se beneficiaría de desechar el billete a favor de la moneda.

La GAO y la Fed revisaron el asunto varias veces durante los años siguientes y cada vez aumentaron los ahorros estimados a medida que se conocían los costos de producción y la circulación de monedas y billetes.
En 2000, el organismo dijo que el gobierno podría ahorrar en promedio US$522,2 millones al año, durante un lapso de 30 años, al sustituir el billete el dólar por la moneda, o un total de US$15.700 millones.
La mayor parte de los beneficios provendrían de algo que se llama señoreaje, que es la diferencia entre el valor nominal de una moneda y su costo de producción. El último año en el que las monedas de un dólar fueron acuñadas para la circulación general, costó 21 centavos hacer cada una. La diferencia se acumula en el Departamento del Tesoro de EE.UU. y reduce lo cantidad que el gobierno debe pedir prestado al público para financiar el déficit presupuestario del país. El cálculo no tiene en cuenta los posibles costos para el sector privado.

Para 2012, sin embargo, el beneficio potencial para el gobierno se había erosionado a un estimado de US$146 millones al año, o alrededor de US$4.400 millones durante el lapso de 30 años. La GAO no ha revisado el tema desde entonces, pero ha dicho que espera que el beneficio potencial siga disminuyendo.
El cambio se debe a un aumento en la vida útil del billete.

Hay poco más de 11.000 millones de billetes de un dólar en circulación. Cuando el dinero se devuelve a la Fed, el banco revisa el papel con sensores para evaluar si deben permanecer en circulación basándose en la calidad de los billetes. Los que están dañados son destruidos.

En 1990, un billete de un dólar en circulación duraba, en promedio, menos de 18 meses antes de tener que ser reemplazado, mientras que las monedas duran unos 30 años en circulación.

Hoy en día, un billete de un dólar en circulación tiene una duración promedio de 5,9 años y producirlo cuesta alrededor de 4,9 centavos. Una moneda todavía dura cinco o seis veces más que un billete, pero producirla cuesta alrededor de cuatro veces más.

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