Bill Gates busca una píldora masculina para reducir la pobreza del mundo

Su fundación ha destinado casi 580.000 euros a distintas iniciativas para este objetivo. Una de ellas vislumbra varios enfoques tecnológicos para conseguirla, pero es difícil.

En alguna parte de la colección de 2.000 millones de sustancias químicas de Martin Matzuk, espera encontrar una que pueda dejar temporalmente estéril a un hombre, la elusiva "píldora masculina".

Ahora mismo, las opciones de anticonceptivos masculinos se limitan al preservativo y la vasectomía. Pero Matzuk, que dirige el Centro para el Descubrimiento de Fármacos de la Facultad de Medicina Baylor (EEUU), forma parte de un puñado de médicos decididos a renovar la búsqueda de una opción mejor. Intentan crear una píldora fácil de tomar, segura, de acción rápida y reversible.
Hace ya tiempo que las grandes farmacéuticas abandonaron la búsqueda de un anticonceptivo masculino capaz de interceptar químicamente millones de espermatozoides antes de que alcancen el óvulo de una mujer. Pero el laboratorio de Matzuk ha recibido parte de los casi 580.000 euros en subvenciones que la Fundación Bill y Melinda Gates repartió el año pasado para "probar la viabilidad" de "disruptivos enfoques de alto riesgo" para los anticonceptivos masculinos.
Esa cifra es insignificante frente a los más de 140 millones de euros que la fundación gastó en 2015 en esfuerzos de planificación familiar dirigidos a las mujeres, los cuales, afirman, reducen la pobreza. Científicos como Matzuk también creen que el excesivo aumento de la población es una de las causas de la escasez y la degradación medioambiental. El experto detalla: "Simplemente no podemos sostener a la población al ritmo que crece". Una píldora masculina podría reducir el número de embarazos no deseados, que según algunas fuentes representan el 40% de todos los embarazos a nivel global.
"Ahora mismo, la carga química de los anticonceptivos recae únicamente en la mujer. Es un equilibrio injusto dentro de la ecuación", señala el profesor adjunto de la Universidad de Georgia (EEUU) Charles Easley, que también participa en la búsqueda respaldada por los Gates de una píldora masculina. Y añade: "Creo que no hay demasiada actividad en este campo porque disponemos de una solución eficaz en el lado femenino". 
Para reactivar la búsqueda de una píldora masculina, Matzuk ha empezado con listas de genes activos en los testículos para generar ratones que carecen de ellos. Para ello, colabora con investigadores de Japón para emplear la tecnología de edición génica CRISPR para eliminar los genes uno por uno. Hasta ahora, Matzuk ha generado más de 75 de estos ratones y afirma que CRISPR hace que el trabajo sea mucho más rápido de lo que hubiese sido de otra manera.
A estos ratones se les permite aparearse, y si sus parejas hembra no se quedan embarazadas tras entre tres y seis meses, significará que el gen podría ser una buena estrategia para un anticonceptivo. De los 2.300 genes que están especialmente activos en los testículos de los ratones, Matzuk se ha centrado en 30. Su próximo paso será un novedoso enfoque de cribado para probar si alguna de las aproximadamente 2.000 millones de sustancias químicas es capaz de desactivar estos genes en un tubo de ensayo. Las sustancias químicas prometedoras podrían ser administradas a ratones machos para comprobar si provocan la infertilidad.
Las píldoras anticonceptivas femeninas emplean hormonas para impedir que los ovarios de una mujer liberen óvulos. Pero las hormonas tienen efectos secundarios como el aumento de peso, cambios de humor y dolores de cabeza. Un ensayo de una hormona anticonceptiva masculina fue detenido a principios de 2011 después de que un participante se suicidara y otros informaran de sufrir depresión. Y existe otro motivo por el que probar fármacos anticonceptivos potenciales en hombres resulta complicado: algunos fármacos candidatos esterilizan a los sujetos de forma permanente. "El reto técnico es impedir la producción de espermatozoides sin esterilizar permanentemente a un individuo", señala Easley.
Como un método mejor para probar fármacos, Easley está investigando otro enfoque altamente tecnológico. Está transformando células cutáneas en células madre que tienen el mismo aspecto y funcionan igual que las células de las que nace el esperma de los testículos. Cree que probar fármacos en tales células humanas podría proporcionar pistas más precisas que las pruebas en ratones. 
Cualquier píldora masculina también tendría que ser de acción rápida, tal vez mucho más que la píldora femenina, que necesita una semana para empezar a actuar con eficacia. El director de operaciones del Centro Nacional de Cribado de Fenotipos de la Universidad Dundee (Reino Unido), Paul Andrews, afirma: "Como te puedes imaginar, tener un anticonceptivo masculino que tarda una semana en actuar no resulta práctico".
Andrews y su equipo, que también cuentan con el respaldo de los Gates, emplean cámaras para rastrear la velocidad natatoria de los espermatozoides y captar lo que se denomina "reacción acrosómica", en la que los espermatozoides se despojan de una estructura parecida a un gorro antes de penetrar un óvulo. Un fármaco capaz de inmovilizar los espermatozoides o bloquear esa reacción podría representar un punto de partida para un anticonceptivo eficaz, explica. 
Los científicos reconocen que se enfrentan a un reto biológico. Un hombre produce millones de espermatozoides cada día, mientras que los ovarios de las mujeres generalmente liberan un óvulo maduro cada mes. Andrews concluye: "No podemos permitirnos una eficacia del 90%. Tiene que ser 100% eficaz". 


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