Esta vez, los críticos de Apple tienen razón

Prácticamente desde el nacimiento de la empresa, los críticos han proclamado que Apple Inc. marcha en la dirección equivocada
En 1997, cuando la compañía estaba a 90 días de acogerse a la ley de bancarrota y Steve Jobs regresó para rescatarla, la crítica era acertada. Aunque la situación actual no es ni remotamente tan grave, los detractores de Apple vuelven a tener la razón.
El ejemplo más claro son las aparentes dificultades de la empresa californiana para ejecutar su visión para la inteligencia artificial (IA), en especial las interfaces de voz. La IA no es una mera curiosidad para Apple, sino que es la tecnología con mayores probabilidades de desarticular a la empresa de la misma forma en que esta trastornó el sector de smartphones.
Los asistentes de voz que utilizan IA pueden reemplazar directamente las interacciones con los dispositivos móviles. No es que las pantallas desaparecerán por completo, pero las pantallas que no estén conectadas con objetos capaces de escuchar, responder en palabras y operar con autonomía se volverán rápidamente obsoletas.

Las computadoras con las cuales hablamos pueden estar en cualquier parte. Para que funcionen mejor tienen que estar en todas partes, en la casa y en la oficina, en nuestros automóviles, y a donde nos desplacemos. El éxito de Alexa, la asistente de voz de Amazon.com Inc., y su parlante conectado Echo sorprendió a todos. Google, de Alphabet Inc., le pisa los talones. Los socios de ambas compañías pasaron varios días la semana pasada en la Feria de Electrónica de Consumo de Las Vegas presentando un verdadero diluvio de productos que funcionan con estas dos tecnologías rivales.
Apple está muy al tanto del peligro. Se ha informado que trabaja en un aparato inteligente para el hogar parecido a Alexa. A lo largo de su historia, la empresa se ha destacado no por ser la pionera —con el iPod, por ejemplo—, sino por dominar un sector gracias a un diseño y una ejecución superiores.
De todos modos, la conspicua ausencia de un dispositivo de Apple de esta naturaleza o funcionalidad comparable hace que cueste creer que el gigante de Silicon Valley no está quedando rezagado, a pesar de ser una de los primeros en emplear IA en sus dispositivos con el lanzamiento de Siri, el asistente de voz del iPhone, hace cinco años.
Apple no respondió a las solicitudes de comentario para este artículo.
La empresa tiene una posible solución. Considere la mejor opción: colocar un micrófono en cada pieza de su casa u oficina o uno solo en su oído. Imagine al actor Joaquin Phoenix en la película Her atrapado en su departamento durante toda la película, gritando instrucciones al parlante inalámbrico en el que la inteligencia artificial Samantha también estaba atrapada, en lugar de caminar por todas partes compartiendo su vida con ella, llevándola en su teléfono inteligente y auricular.
Los audífonos inalámbricos de Apple, llamados AirPods, son en realidad computadoras diminutas que permiten acceder a Siri con un golpecito en un lado de su cabeza. El problema, sin embargo, es que la integración entre Siri y los auriculares inalámbricos es tan deficiente que es más fácil usar el iPhone. No obstante, es un arreglo relativamente sencillo.
Un tema más amplio y mucho más difícil de resolver es que Siri sigue siendo inferior a sus competidores de Amazon, Google y Microsoft Corp.
La respuesta fácil es que, puesto que Apple tiene la cuota de mercado y el hardware para otorgar a sus usuarios un acceso fluido a la IA, sólo tiene que dedicar más recursos a Siri y sus puntos de acceso, es decir el iPhone, los AirPods y el Apple Watch.
Sin embargo, tal solución ignora la crítica de que Apple, pese a disponer de cantidades casi ilimitadas de fondos, no ha cumplido con sus propios estándares de calidad. Los observadores del gigante tecnológico tienen una letanía de quejas: el descuido de las computadoras Mac, servicios en la nube más bien mediocres, un aumento de las fallas en los productos y otros problemas. La plana ejecutiva de Apple sufrió un recorte de su remuneración luego de que la empresa no cumpliera sus metas de ingresos y ganancias para 2016.
Una explicación es la estructura de gestión “unitaria” de Apple, donde las divisiones son responsables de tareas como marketing e ingeniería en lugar de productos individuales. El director de ingeniería de software es, en última instancia, el ingeniero jefe de cada producto de la empresa. Esto significa que Apple sobresale a la hora de crear experiencias unificadas, pero si fabrica demasiados productos es imposible que los gerentes mantengan el ritmo. En Amazon, en cambio, cada negocio cuenta con su propio equipo de liderazgo y contabilidad.
Tim Cook, presidente ejecutivo de Apple, ha señalado en reiteradas ocasiones que sólo se pueden hacer bien unas pocas cosas. Salvo que haya una nueva estructura de gestión, la solución a los problemas de Apple a la hora de seguir minuciosamente de cerca todo lo que produce, y ni hablar de IA, es la misma que cuando Jobs regresó a la empresa en 1997: enfoque. Jobs famosamente redujo la amplia línea de productos a apenas cuatro computadoras.
Los líderes de Apple deben dedicar su atención a revolucionar su propia compañía. Eso no quiere decir que lancen iPads más grandes, sino que exploren cómo sus principales productos pueden ser fundamentales para las interfaces que siempre están funcionando, activadas por voz y con IA de aquí en adelante.

Al igual que todos los gigantes durante el apogeo de su poderío, no está claro si Apple es lo suficientemente paranoica sobre lo que le depara el porvenir.
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