La amenaza del euro

Luis Martí | El profesor Stiglitz ha publicado más de 400 páginas de gran contenido crítico, abrigado por una estudiada campaña de prensa; he contado más de treinta notas y entrevistas en medios importantes de opinión. No es una obra teórica.


Hace tiempo que el autor escribe sobre economía política, en su sentido original, con un valiente sesgo en defensa de débiles y desprotegidos. Imposible un análisis “resumido”, pero quizá orienten al lector algunas observaciones sobre un tema que Stglitz ha trabajado a fondo: la crisis griega.

Diagnóstico equivocado, tratamiento equivocado. ¿Cómo es posible que una economía potente, como la de la eurozona, haya sido incapaz de resolver –después de seis años– los problemas de un pequeño socio como Grecia? Stiglitz presenta su propia respuesta: errores en la política de ayuda practicada por la eurozona, bajo inspiración y presión alemanas.

La eurozona enfocó en un primer momento la crisis griega como problema temporal de acceso al mercado de capitales e interrupción del servicio de la deuda, no como la necesidad de recuperar su solvencia mediante una tasa de crecimiento sólida y estable. El ejemplo que evoca Stiglitz –las antiguas cárceles para deudores– es sugerente: el empresario encarcelado mal podría pagar las deudas al perder la gestión de su empresa. Cuando una economía en recesión se somete a reducciones de salarios y gasto público y a metas de superávits primarios elevados, la consecuencia será contracción de la demanda, mayor desempleo y penuria social, caída en ingresos públicos y nuevo retroceso del PIB,generando una cadena repetitiva de efectos secundarios. El alivio de la reestructuración de deuda (2012) fue considerable – en medio de cierta precipitación francesa y alemana por contener las pérdidas en la cartera griega de sus bancos. La deuda griega quedó concentrada en acreedores públicos, creciendo al ritmo de sucesivos programas de ayuda, y como porcentaje, al ritmo de la caída del PIB.

Stiglitz critica sin paliativos el papel desempeñado por la Troika, tanto al fijar objetivos de superávit primario inalcanzables, corregidos una y otra vez, como al poner exagerado énfasis en reformas estructurales. Los problemas estructurales no estaban en el origen de la crisis griega, recuerda el autor, y por tanto mal podrían ser la solución. Hubo propuestas micro de la Troika, disfrazadas como reformas, innecesariamente provocativas, y de más que dudosa repercusión sobre la tasa de crecimiento.

Fuente: http://consensodelmercado.com/

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