“Es buena idea que el gobierno subsidie la inversión privada”

En Nicaragua, los agronegocios ofrecen muchas oportunidades, igual que el sector de confección de partes automotrices, dice Dani Rodrik, quien mañana viernes ofrecerá una conferencia en Managua, en un evento auspiciado por la Fundación Nicaragüense para el Desarrollo Económico y Social (Funides). Rodrik, quien es profesor de Economía Política Internacional en la Escuela de Gobierno John F. Kennedy, de la Universidad de Harvard, habló con El Nuevo Diario horas antes de arribar a Nicaragua.

¿Por qué las políticas de consenso entre el Estado y el sector privado han propiciado el crecimiento en algunos países?              
El gobierno requiere conocer cuáles son las prioridades y las restricciones que más le afectan al sector privado. El diálogo permite que se desarrolle este proceso de aprendizaje, se construya credibilidad en las políticas públicas y al mismo tiempo informa al sector privado sobre las restricciones que el mismo gobierno enfrenta.
¿Qué casos destacaría usted?
Típicamente los gobiernos del sureste asiático tienen un buen diálogo con el sector privado. Sin embargo, este tipo de diálogo es una característica clave para generar buenas políticas en cualquier lugar que se implementen, ya sea en países ricos o pobres.
En la asignación de recursos, ¿cuánto se requiere del Estado y cuánto del sector privado?
El gobierno tiene un papel clave en la formación de infraestructura y en la inversión en educación. El grueso de los recursos destinados para la inversión productiva debe venir del sector privado.
En la alianza público-privada, ¿cómo queda el tema de los subsidios a algunos sectores? ¿Son válidos siempre en países en desarrollo, como Nicaragua?
En economía, la respuesta a este tipo de preguntas es siempre “depende”. Existen circunstancias en las cuales es buena idea que el gobierno subsidie la inversión privada. Por ejemplo, cuando se atraen nuevas inversiones que tendrán grandes efectos multiplicadores en la economía e introducir nuevas tecnologías. Subsidios para apoyar industrias tradicionales ya establecidas, sin posibilidades de ser competitivas, no tiene sentido.
¿Qué pronósticos de su libro «La Paradoja de la Globalización» se están cumpliendo? 

Los economistas no deberíamos de estar en el negocio de hacer pronósticos. Sin embargo, alerté hace algún tiempo sobre los riesgos de una hiperglobalización, que podría volverse en contra si los formuladores de políticas continuaban con una apertura de mercados sin poner atención a temas de igualdad y de justicia distributiva dentro de los mismos países. Hemos visto que esa arremetida en contra ya ha llegado.
Usted se ha referido a la industrialización productiva. ¿Cómo define ese concepto y cuán largo estaría Nicaragua, un exportador de materias primas, de entrar a esa etapa?
La industrialización usualmente se mide por la proporción del empleo total en la manufactura o de la proporción del valor agregado de la manufactura como parte del valor agregado total de la economía. Nicaragua todavía tiene mucho que recorrer para alcanzar la industrialización.
Este país sigue con baja productividad. ¿Cómo eso frena el desarrollo?
La única manera en la que podemos tener crecimiento económico sostenido es a través del incremento de la productividad. Así que efectivamente, la productividad es fundamental para alcanzar el crecimiento económico.
¿A qué apostar más, a la productividad o a la innovación? ¿Qué factores definen esa decisión?
El reto que enfrentan países como Nicaragua es incrementar la productividad de la fuerza laboral. Esto se logra importando y adoptando tecnologías que ya existen en países desarrollados. Así que más que la innovación, es la transferencia de tecnología lo que más importa.
También ha dicho que los gobiernos deben promover nuevos sectores. ¿Cuáles podrían ser en el caso de Nicaragua?
Existen muchas oportunidades y opciones que Nicaragua podría tomar. Primero, se puede lograr mucho en agricultura no tradicional, veo a los agronegocios como un sector con gran potencial de oportunidades. Ya existe una buena base en el sector de textil vestuario y podría desarrollarse aún más. Veo también un buen inicio en el sector de partes automotrices. Yo recomendaría construir sobre esta base y atraer más inversiones extranjeras. Finalmente, el turismo pareciera que aún está debajo de su potencial.
En Colombia usted hablaba de enfocarse en las necesidades y no en una lista de planes, ¿cómo funciona eso en países con muchas necesidades y con muchos planes?
Siempre se trata de prioridades y por eso mismo el diálogo es importante. Los dueños de negocios tienen necesidades específicas en términos de certificaciones, mercadeo, insumos y destrezas especializadas que deben tener sus empleados. Enfocarse en los obstáculos inmediatos debería ser el objetivo clave.
¿Cuánto debe preocupar el factor China a los países en desarrollo?
China se está transformando hacia adentro, es decir, hacia sus propios mercados internos, y ha sido tanto una bendición como un mal para los países en vías de desarrollo. Por un lado ha ayudado a elevar el precio de las materias primas. Por el otro, ha traído problemas serios de competitividad en el sector de manufactura en los países en desarrollo. Nicaragua aún tiene en algunos sectores, costos de mano de obra más bajos que China, así que el efecto competitividad debería ser menor que el que enfrentan otros países.
Europa y el brexit, ¿qué efecto tendrán en Centroamérica y cómo se pueden disminuir los posibles daños?
El efecto es que en general los países y las empresas están poniendo más atención a los mercados domésticos como base de sus suministros e insumos. Esto conlleva desafíos para el ambiente global de hacer negocios. Por lo pequeño de la economía nicaragüense, no veo efectos importantes. Más bien veo que aún no se aprovechan las oportunidades que da el mercado global.

El experto

Dani Rodrik
Economista
Ha publicado investigaciones sobre áreas de desarrollo económico, economía internacional y economía política.
Sus investigaciones recientes se concentran en la economía política de la democracia liberal y el crecimiento económico de los países en desarrollo.
Ha recibido el Premio Inaugural Albert Hischman del Consejo de Investigaciones en las Ciencias Sociales y el Premio Leontieff por sus contribuciones al Avance de la Frontera del Pensamiento Económico.
Su más reciente libro es Las leyes de la economía, aciertos y errores de una ciencia en entredicho.  También es autor de La paradoja de la globalización, La democracia y el futuro de la economía global y del libro Una economía, muchas recetas, globalización, instituciones y crecimiento económico.
Fuente: El Nuevo Diario.

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