En tu cabeza hay un gol (y no otra cosa): lo último sobre "soccernomics"

Difícil hablar por estos días sobre un tema que no sea fútbol. ¿A quién le importan las tasas, el nivel de actividad o las reservas del Banco Central? Habida cuenta del presente monotemático, el Consejo Editorial de Álter Eco (formado por todo tipo de personajes oscuros, hipócritas e influyentes) resolvió unirse a la hinchada y plegarse a la pasión futbolera, un poco como los colegios que pasan los partidos para que los chicos no falten. Lo que sigue es un compilado de diez estudios-conclusiones-ideas disparatadas que unen a la economía con el deporte más popular del mundo. Arranca el partido.

A favor de Brasil: Distintas investigaciones están tratando de medir el "sesgo" de los árbitros a favor de los equipos locales. Una de las más recientes se realizó a fin del año pasado en Colombia, con una muestra de 1600 partidos. Los economistas Juan Mendoza y Javier Rozas pudieron aislar buena parte del ruido estadístico que presentaba este desafío y determinaron que, en promedio, cuando van ganando los equipos locales por un gol, los árbitros dan el pitazo final 30 segundos antes de lo que deberían; y cuando van perdiendo, 15 segundos después.

Presión social: El sesgo a favor de los equipos locales está explicado 100% por la presión de la hinchada, según determinó un trabajo de los economistas Per Pettersson-Lidbom y Mikael Priks. Para medirlo se sirvieron de lo que los académicos llaman un "experimento natural": partidos jugados en la Liga Italiana en 2007 en estadios sin público, tras incidentes de violencia, en los cuales el sesgo de ventaja de los árbitros a los equipos locales desapareció.

Violencia en la cancha: ¿Son los jugadores que vienen de naciones más violentas más agresivos en el campo de juego? Ésta es la pregunta que trataron de responder tres economistas: Sebastián Saiegh (es argentino), Miguel Edward y Shanker Satyanath. En un estudio no tan reciente (data de 2010), los académicos tomaron cinco ligas de fútbol europeas y hallaron que, en efecto, los jugadores que venían de naciones que pasaron varios años con guerras civiles fueron más propensos a recibir tarjetas amarillas o rojas que los de países pacíficos.

Fixture injusto: La forma de armar los grupos de parte de la FIFA fue muy criticada por expertos en estadística. El matemático francés Julien Guyon, por ejemplo, escribió un paper académico, citado en un blog de evaluación de proyectos del Banco Mundial, en el que afirma que se pone demasiado énfasis en la separación geográfica de los equipos (se pone demasiado énfasis en que haya la menor cantidad de escuadras de un mismo continente por grupo) y eso lleva a que se descuide la justicia en la "calidad" de los equipos, y a que haya zonas mucho más difíciles que otras.

La pelota no dobla: La famosa frase de Daniel Passarella luego de que la selección nacional perdiera en la altura de La Paz fue, de alguna manera, testeada por los economistas Tyler Williams y Christopher Walters, del MIT, en su trabajo Los efectos de la altura en los resultados futbolísticos.
Despejando otras variables que ensuciaban las conclusiones (como la cantidad de días de aclimatación de cada equipo), llegaron a la conclusión de que, en efecto, jugar por encima de los 2500 metros de altura reduce las chances de ganar de los equipos visitantes.

El camino de las superestrellas: En un estudio recién salido del horno, los economistas de la Universidad de San Andrés Martín Rossi y Christian Rouzzier aprovecharon el impacto de la ley Bosman en el mercado de fútbol europeo (que reguló las limitaciones para las nacionalidades de los jugadores) para analizar las diferencias de género en nivel educativo alcanzado. La hipótesis de Rossi y Rouzzier es que para los varones hay un costo de oportunidad en seguir una carrera larga cuando existe la posibilidad de transformarse en una superestrella del deporte.

Desigualdad en las gradas: Para su tesis de grado en la UTDT, el economista Sebastián Pellizzeri calculó el coeficiente de Gini del fútbol argentino (el Gini es la medida más usada para determinar la desigualdad en la distribución del ingreso). Halló una inequidad muy alta, tomando en cuenta la suma de la cotización de los jugadores de cada plantel; lo cual, a su vez, correlaciona fuerte con el promedio para el descenso a segunda categoría.

¿Demasiado honestos? Un analista del sitio FiveThirtyEight (que dirige el estadístico estrella Nate Silver, autor del best seller La señal y el ruido: por qué los pronósticos fracasan) se propuso investigar si era cierto el preconcepto de que los jugadores de los Estados Unidos son "demasiado honestos" en comparación con sus pares de otros países. La hipótesis fue planteada en un artículo de The New York Times hace dos semanas: allí se afirmaba que los jugadores estadounidenses tendían a simular menos faltas, y que eso redundaba en una leve desventaja frente a sus rivales. Neil Paine analizó los datos y concluyó que esta noción es falsa, o al menos estadísticamente no significativa.

Desde los 12 pasos: En la economía del fútbol, el clásico de los clásicos es el análisis de penales, y durante el torneo de Brasil este condimento no podía faltar. El mayor experto en este tema, el español Ignacio Palacios-Huerta, profesor de la London School of Economics (LSE), publicó varios artículos en los que repitió su conclusión más famosa: que aquellos equipos que comienzan pateando la serie de penales tienen un 20% de mayores chances de ganar que los que lo hacen en segundo término, por la presión que significa para estos últimos "empatar" cuando los primeros convirtieron. Un dato a tener en cuenta pasada la primera ronda, donde los empates se definen desde los 12 pasos.

Racionalidad económica en la primera ronda: Paul Ormerod es un economista y naturalista inglés de 44 años, especializado en sistemas complejos. Ormerod escribió el miércoles pasado un artículo en el que se burlaba de la "sorpresa" de los analistas ante el hecho de que España e Inglaterra, dos de los países con futbolistas mejor pagos del mundo, hayan tenido que hacer las valijas al terminar la primera ronda. El salario promedio en el Manchester United es de 5,3 millones de libras por año, y en el Barcelona y en el Real Madrid apenas están por debajo de esa cifra. "Desde el punto de vista de la racionalidad económica, lo que ocurrió es perfectamente lógico", explicó Ormerod, "los jugadores se deben a sus clubes, que son quienes pagan sus salarios; y no a sus selecciones. Incluso, jugar para el equipo nacional puede ser hasta antieconómico, ¿para qué arriesgarse a una lesión en una jugada friccionada y perder la posibilidad de ganar millones?".


Un peloteo de conclusiones

Con ventaja
Por presión social, hay un sesgo de los árbitros que favorece a los países que son sede de la Copa
Violencia de origen
Los equipos de países con alguna guerra civil son más propensos a tener jugadores sancionados
Más altura, menos goles
Tras la famosa frase: "la pelota no dobla", una investigación determinó que si se juega a más de 2500 metros de altura, los visitantes pierden chances

Sebastián Campanario  LA NACION
Domingo 29 de junio de 2014

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