La caída del crudo da a los países petroleros la oportunidad de frenar su consumo interno

domingo, 5 de abril de 2015 16:36 EDT
Fahad Shadeed/Reuters
La brusca caída en los precios del petróleo no ha sido muy beneficiosa para las finanzas de los llamados petroestados, pero les ha creado una oportunidad para abordar uno de sus problemas económicos más apremiantes: el crecimiento de la demanda interna de energía.

Uno de los factores que impulsa el crecimiento de las economías de Medio Oriente es la expansión de la población, además de la decisión deliberada de industrias que utilizan grandes cantidades de energía, como la producción de aluminio y petroquímicos. No obstante, buena parte del crecimiento interno de la energía se debe a los subsidios de energía de la región.

El voraz uso de la energía en países como Arabia Saudita e Irán amenaza las exportaciones de la región con mayor abundancia de petróleo en el mundo. Si estos países no logran controlar el crecimiento de la demanda interna, los mercados globales podrían volverse más volátiles, ejercer presión sobre las finanzas de estos países y, a la larga, impulsar los precios del crudo.

Los doce integrantes de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) han multiplicado por diez su consumo doméstico de energía en las últimas cuatro décadas, un período el uso de la energía en el resto del mundo se ha más que duplicado. Arabia Saudita ha multiplicado por más de 60 su consumo de energía en ese período.

Los miembros de la OPEP, en su mayoría países de Medio Oriente y África a los que se suman Venezuela y Ecuador, consumen casi la misma cantidad de energía que China, aunque tienen menos de la mitad de los habitantes del gigante asiático. Se prevé que Medio Oriente, en particular, represente una buena parte del crecimiento de la demanda. El uso de la energía en Arabia Saudita, por ejemplo, crecerá 3,8% al año hasta 2020, según las proyecciones de la Agencia Internacional de Energía. La cifra es inferior al crecimiento anual de la población de 5,7% en los últimos seis años, pero muy por encima del crecimiento global de energía previsto de 1,2%.

El consumo “está fuera de control”, advierte Steve Griffiths, director ejecutivo de Masdar Institute, un centro de estudios de Abu Dhabi.

Casi todos los países de Medio Oriente adoptaron hace mucho tiempo la idea de que el petróleo barato era un derecho que sus habitantes adquirían de nacimiento. El resultado es que la energía es prácticamente gratis en algunos lugares como Arabia Saudita, donde un galón de gasolina (aproximadamente 3,8 litros) cuesta 45 centavos de dólar.

La mayoría de los países se ha dado cuenta que la situación es insostenible. Algunos, como Irán, Nigeria y Venezuela, ya han chocado contra la pared: son incapaces de mantener sus gastos en importaciones para satisfacer la demanda o equilibrar sus presupuestos cuando no cuentan con los ingresos por exportaciones a las que renuncian para saciar el creciente apetito de los consumidores por energía. Irán ha logrado algunos avances titubeantes en su esfuerzo por elevar los precios y dejarlos más cercanos al nivel del mercado. 
Nigeria y Venezuela no han podido hacer lo mismo.

Reducir subsidios nunca ha sido una tarea fácil y acarrea el riesgo de turbulencias sociales y ciudadanos descontentos. La buena noticia, en opinión de economistas y autoridades, es que el derrumbe en los precios del petróleo constituye una oportunidad histórica para reducir los subsidios con ajustes mínimos y sin impacto inmediato sobre lo que pagan los consumidores.
Los gobiernos podrían aprovechar la ocasión para diseñar políticas que construyan una red de seguridad social más sólida y focalizar el gasto en quienes más lo necesitan una vez que suban los precios, en lugar de otorgar subsidios en forma generalizada.

Enfrentado a un gasto sin control para importar gasolina, Irán ha reducido los subsidios, y por ende subido el precio que los automovilistas pagan por la gasolina, dos veces en los últimos cinco años. Indonesia e India han anunciado medidas similares.

Pero el progreso ha sido escaso en otras partes del Golfo Pérsico. En Arabia Saudita, por ejemplo, el problema se ha vuelto agudo. El costo de mantener los precios artificialmente bajos se ha disparado de US$5.000 millones en 2004 a US$32.000 millones el año pasado. El crecimiento persistente del consumo de energía en el país podría transformar a uno de los mayores exportadores de crudo en la actualidad en un importador hacia 2038, según el centro de estudios británico Chatham House.

Mucho antes de que eso ocurra, el poder de Arabia Saudita de retener o inyectar su petróleo al mercado —conocida como capacidad de reserva— desaparecería mientras por efecto del crecimiento de la demanda interna. Esa capacidad ha sido crítica para el rol de los saudíes como reyes del mercado mundial de petróleo y para su poder de moderar lo que de otro modo se hubiera traducido en grandes oscilaciones del mercado.

Eso podría parecer irrelevante en este momento, cuando el petróleo sobra en el mundo. No obstante, a medida que el suministro se ajuste a la demanda, el mercado global se puede volver mucho más volátil, señala Jim Krane, catedrático del Instituto Baker de Políticas Públicas, de la Universidad de Rice.

Algunos grandes importadores de energía, como Egipto, Indonesia e India, han podido reducir los subsidios de energía en forma significativa para impedir un descalabro fiscal. Sin embargo, los petro-estados más importantes, más allá de Irán y Venezuela, no afrontan presiones presupuestarias que obliguen a sus autoridades a pensar en reformas.

Países como Arabia Saudita, temerosos del surgimiento de conflictos sociales, pueden acudir a sus enormes reservas para mantener los subsidios y cubrir la caída de los ingresos por concepto de exportaciones. Ahora, están abocados a mejorar la eficiencia de la energía y expandir el suministro interno de energía mediante el uso de plantas nucleares.

Eso significa, de todos modos, que el uso doméstico de energía seguirá en aumento. “Arabia Saudita no es un pequeño consumidor de energía”, recalca Laura El-Katiri, investigadora del Instituto Oxford de Estudios de Energía. “La evolución de la demanda allí es importante para el cuadro global de la demanda”. 

 

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